XXVIII

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— ¿No me invitarás algo de comer?

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— ¿No me invitarás algo de comer?

Habló el peli-rubio, manteniendo ambas manos apoyadas en sus rodillas, sentado recto como un buen perro, mientras veía a la castaña pasearse por la cocina en busca de un vaso para servirse agua.

— Di lo que tengas que decir y luego te largas —se limitó a responder, sirviéndose agua a sí misma para luego dirigirse hacia el cuarto, seguida en cada segundo por la mirada marrón del mayor en el otro espacio.

Agarró uno de los grandes suéteres negros del pelinegro, su varonil aroma inundó sus fosas nasales casi al instante, y se dirigió cubierta hacia el salón de estar para tomar asiento en el sofá frente al mayor.
Dió un sorbo al vaso con agua, lo miró fijamente frunciendo su ceño al ver aquella despreocupada sonrisa, y luego volvió a dejar el vaso en la mesa de centro para cruzarse de brazos.

— Habla —ordenó.

— ¿Cómo está la escuela en estos tiempos? —fue lo primero que pregunto, y Yashiro solo rodó sus ojos soltando un sonoro suspiro para, luego de unos segundos, responder algo indecisa.

— Aburrida, realmente los profesores no saben como mantener al margen a sus estudiantes, al menos no como hace cuatrocientos años... Aunque termine volviéndome una de esas alumnas problemáticas, así que de cierta forma tambien me pongo en los zapatos de los estudiantes, es divertido hacer enojar a los profesores —habló, mordiendo el interior de sus mejillas mientras su pierna subía y bajaba nerviosamente, pues por alguna razón se encontraba inquieta—. ¿Qué te dijo el aquelarre?

— Oh~ Bueno, las brujas te extrañan. Solo me mantuve en contacto con ellas para saber acerca de la protección en la casa de Londres, todo se encuentra estable y las maldiciones se han mantenido alejadas del terreno... Ninguna maldición aparte de ti puede ingresar a ese lugar, además de que ellos también se encuentran protegidos, así que dejando de lado que pueden morir por causas naturales como la vejez o enfermedad; en realidad no hay nada de que preocuparse —volvió a sonreír a la vez que sus ojos se achinaban, mientras cruzaba una pierna sobre la otra y entrelazaba sus manos sobre sus rodillas.

— Sí... Supongo que ha pasado un tiempo desde que los contacto —comentó ella, soltando un suspiro y desviando la mirada con algo de melancolía.

— Oh, bueno, no te preocupes, ella aún no ha muerto digo... Ya tiene ciento tres años, está postrada en cama y no reconoce casi a nadie que se le cruza por el frente pero-

— Ruther ya cierra la boca, no te sobrepases —espetó ella, mirándolo con el ceño fruncido y esa mirada que pasó de ser verdosa a rojiza rubí, mientras soltaba un suspiro molesta y negaba ante el rubio irritante—. ¿Las brujas te mandaron?

— En parte —sonrió, y a Yashiro se le hacía irritable que a veces no lograra ver lo que él pensaba, a veces simplemente era impredecible—. Te mandaron un regalo —una sombra negra como llamas de fuego se asomó en la palma de su mano, y tras unos cuantos segundos, un laargo cordel de cuero junto a un amuleto de forma abstracta colgó de entre los dedos del hombre, y fue extendido hacia la castaña.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now