XXXIX

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El azabache le dedicó una mirada de muerte, cruzado de brazos en la entrada de su hogar, con esa mirada oscura de ceño fruncido y rostro molesto

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El azabache le dedicó una mirada de muerte, cruzado de brazos en la entrada de su hogar, con esa mirada oscura de ceño fruncido y rostro molesto. Yashiro solo llevaba una sonrisa inocente, como si no tuviera ni la menor idea a que se debía la molestia del menor.

— Te dije más de cien veces que no encapriches a Hitsumi, y vienes a comprarle una tienda entera de ropa ¿Es que te haces o eres idiota? —espetó, y a pesar de que su tono de voz era bajo, la molestia podía escucharse claramente con su mandíbula tensa. Masajeó el puente de su nariz por unos cuantos segundos con sus ojos cerrados, mientras solo escuchaba una risilla nerviosa por parte de ella.

— Si... Pero por lo menos ahora será la mejor vestida del salón desde chiquita ¿A que no? —comentó ella con su mejor sonrisa, pero solo ganó otra amenazante mirada por parte del azabache, mientras continuaba con su mano en el puente de su nariz.

— Entra de una vez antes de que cambie de opinión y te deje dormir afuera como un perro —espetó, corriendo la puerta y dándole un espacio a la castaña.

— ¿Afuera como un perro? Cariño, siempre voy a tener un lugar donde dormir —habló con claras segundas impresiones, pero ni inmuto al muchacho que solo le miraba con ceño fruncido y mirada apagada—. Ah, como sea. No me quedaré hoy, tengo unos cuantos asuntos que atender, pero nos veremos mañana en la escuela —habló mientras retrocedía de espaldas dispuesta a retirarse sin más rodeos, pues no quería encontrarse con Hitsumi dado que no se le ocurría ninguna otra excusa para decirle que... Su día se había arruinado.

— ¿Asuntos? Creí haberte dejado en claro que no te alejaras, así que no estarás planeando tu muerte falsa y una nueva identidad al otro lado del mundo ¿No? Porque de ser así realmente voy a usarte como mi saco de boxeo, Ryōmen Yashiro —nuevamente la rabia se asomó en sus palabras bajas, a la vez que se cruzaba de brazos y alzaba levemente su mentón para mirarle con una ceja encarnada.

La castaña se estremeció, no se preocupó demasiado en disimular la expresión ante sus obscenos pensamientos, y aquello solo causó que Takeshi rodara sus ojos ya algo acostumbrado.

— ¡Descuida~! Solo es que... —habló, mientras se daba media vuelta para darle la espalda al menor, mientras sacudía su cabello recordando la expresión y respiración jadeante de la castaña de cabello corto de hace unas horas, y su sonrisa gatuna se amplió aún más—. Tengo ganas de ir tras unas tetas... ¡Ya veré que encuentro en el club!

— ¿Podrías dejar de ser tan vulgar si hablas en voz alta? —se quejó el otro, pero no podía hacer demasiado. Ya había perdido la fe en encontrar una cura para ella—. Yashiro —llamó con un poco más de seriedad, y la nombrada giró rápidamente hacia sus espaldas algo confusa—. Te has encontrado con hechiceros ¿No es así? —preguntó, su cabeza un tanto ladeada para apoyarla en el marco de la puerta. Su rostro expresaba preocupación a pesar del monótono ceño fruncido y mandíbula tensa.

Yashiro no respondió. Solo esbozó una leve sonrisa con una mirada apagada mientras guardaba ambas manos en los bolsillos de sus jeans y ladeaba un tanto su cabeza. Sus miradas se encontraron y la sonrisa de la mayor se borró con lentitud para terminar en una expresión más seria. Cada vez hacía preocupar más a ese chico.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora