XXI

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El azabache soltó un sonoro suspiro sacudiendo su cabello hacia atrás, este quedó algo desprolijo pero al menos ya no le molestaba sobre la frente

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El azabache soltó un sonoro suspiro sacudiendo su cabello hacia atrás, este quedó algo desprolijo pero al menos ya no le molestaba sobre la frente. Traía unos simples jeans negros junto a una camisa blanca, los primeros botones desabrochados y las mangas poco más abajo de los codos. También llevaba las típicas tenis altas air force y cargaba con su mochila negra al hombro derecho.

Al llegar frente a la puerta, miró la hora en la pantalla de su celular y se quedó pensativo por unos cuantos segundos. Luego soltó nuevamente un suspiro, guardó su celular y rebuscó las llaves en el bolsillo exterior de su mochila.
El manojo tenía tanto las llaves de su propio departamento, de la casa de su padre, como también del departamento de la castaña, y llevaba un pequeño llavero con forma de calavera sólido y bastante pesado.

Abrió la puerta principal procurando hacer el menor ruido posible. Miró a su alrededor mientras cerraba la puerta a sus espaldas e ingresaba a pasos lentos y sigilosos. Dejó su mochila sobre el sofá del living y se dirigió directamente a la gran habitación abierta junto al espacio de cocina y salón de estar.

Allí, sobre la cama. La castaña tenía escondida entre sus brazos a la pequeña pelinegra que dormía con una gran camisa perteneciente a la mayor. Yashiro la abrazaba como si tratase de un oso de felpa, y la serenidad en su rostro era increíble.
El rostro del azabache no pareció cambiar a otra expresión que no fuera seriedad, su mano se deslizó hacia el bolsillo de su pantalón y tomó su teléfono celular. Verificó que no tuviera sonido ni flash, y entonces tomó entre quince a veinte fotos de la escena para luego voltearse en silencio con la misma seriedad de siempre y guardar nuevamente su teléfono.

Se dirigió hacia la cocina. Abrió la nevera y observó las pocas cosas que habían en esta. Sus labios se volvieron una brusca línea recta y su mano derecha alcanzó rápidamente la caja de leche. Abrió la boquilla y tomó un sorbo.

El sabor avinagrado y los grumos que deberían ser líquidos se sintieron vividamente en su boca. Escupió con asco en el lavaplatos y rápidamente tomó un vaso de agua para pasar el desagradable sabor que llegó hasta su garganta.

— Mierda... —musitó.

Botó lo que quedaba en la caja de leche en el lavaplatos y luego continuó revisando las cosas de la nevera. Cada compra estaba caducada. Suspiró rodando sus ojos a la vez que negaba levemente con su cabeza y botó todo lo de la nevera al respectivo bote de basura.

Cogió su billetera, el manojo de llaves, una bolsa de tela sin diseño alguno, y salió del apartamento en silencio, y tranquilidad.

Llegó a la tienda 24/7 a un par de cuadras del lugar. Saludo con un tono casto y su monótona expresión seria mientras ingresaba a los pasillos. Llevaba un pequeño carro de mano para sus compras.

Una caja de leche, una caja de seis huevos, un paquete de pan, algunos paquetes de fideos instantáneos, cogió algunos paquetes de origini y entre otro par de cosas.
Se dirigió a la caja, pagó todo, guardó cada compra en su bolsa de tela, la colgó de su hombro derecho, y nuevamente salió de la tienda en silencio mientras acomodaba su billetera en el bolsillo de sus jeans.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora