𝐓𝐅𝐁 (Pausada) | ❝ Un demonio en el útero de una mujer ❞
Por el corto tiempo que el grupillo de hechiceros había pasado junto a la atrocidad denominada Sukuna, comprendieron que el hombre, o actualmente mejor dicho el Rey de las maldiciones, no se...
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— Yūji, apresúrate.
Fue el pelinegro que le daba la espalda, al igual que aquella castaña de cabello corto. Ambos caminaban unos cuantos pasos frente a él.
— Gojō sensei dijo que nos alejáramos lo más que pudiéramos del Instituto por hoy —habló esta vez Nobara—. Tal vez Ijichi pueda conseguirnos una habitación en algún hotel.
El pelirosa-palo permanecía en silencio, pero no porque quisiera, sino porque no sabía qué decir. De cierta forma la actitud de su profesor lo había hecho sentir ciertamente mal. Le hubiera gustado contarle a sus compañeros él mismo de una manera menos abrupta su situación con la primogénita de Ryômen.
Pero todo se le fue de las manos.
No sabía que hacer o decir, desde un principio reconocía que su silencio ante la situación estaba mal, y estaba esperando un momento para hablarlo correctamente, pero la castaña dio una zancada antes que los planes de Yūji y todo se arruinó.
— ¿Crees que Gojō sensei estará bien? —preguntó Megumi.
— C-Chicos... —¿habrá hablado demasiado bajo?
— ¡Desde luego que estará bien! —fue Nobara—. Ese idiota es increíblemente fuerte...
— Chicos... —su mirada baja se volvió dolorosa.
— Solo es perezoso, pero cuando tiene la motivación necesaria se responsabiliza correctamente.
— Pero... incluso si es la primogénita de Sukuna, no tenemos ni la menor idea de lo que es capaz.
— M-Megumi...
— ¡Y qué! —el menor cerró sus ojos con fuerza a la vez que apretaba su mandíbula—. ¡Aun así Gojō logró traerla!
— Lo sé, lo sé, no te alteres... Es solo que... Ya sabes lo que nos pasó a nosotros, a ti te hizo un no-sé-que y te dejó traumada.
— ¡Oi! No estoy traumada —refunfuñó ella.
— Y a mí me noqueó de un golpe en un parpadeo —continuó el muchacho—. Ciertamente, Gojō sensei... siempre pareció subestimarla, si no... se hubiera encargado de ella desde un principio él mismo.
— Pero no tenemos que preocuparnos de más, él sabe lo que hac-
— ¡Chicos!
La voz del pelirosa-palo finalmente se dio a escuchar. Los llamados detuvieron su hablar y giraron rápidamente a sus espaldas, como si fuera un grito de auxilio el que llegó a sus oídos. Pero sus hombros tensos se relajaron al ver que solo trataba de su compañero.
— ¿Ocurrió algo Yūji? —preguntó Nobara, con un tono de voz común, lo dejó aturdido.
— ¿Te sientes mal? —preguntó esta vez Megumi, consciente de que la salud del chico no se veía muy comprometedora desde que comenzaron con el caso de los Ryômen.
