XXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶

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Año 700 d.c
El juego del docente
Parte final

— Tienes una escritura realmente linda —comentó el azabache, observando la forma en la que la menor hacía su mayor esfuerzo por terminar de escribir su nombre con aquel pincel delgado sobre el papel semitransparente de arroz

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— Tienes una escritura realmente linda —comentó el azabache, observando la forma en la que la menor hacía su mayor esfuerzo por terminar de escribir su nombre con aquel pincel delgado sobre el papel semitransparente de arroz.

— Mamá solo me enseño a escribir mi nombre, en la tribu solíamos hacer otras actividades... Como tejer, cazar, construir los arcos, flecha y armas... También solían enseñarnos los rituales y para qué servían —relató, y la punta del pincel volvió a hundirse en la tintura negra.

El hombre permanecía sentado junto a ella. Esa despreocupada y simple sonrisa plasmada en su rostro, su codo hincado en la mesa y su rostro apoyado en la palma de su mano, observando detalladamente las facciones infantiles de la menor que permanecía bastante seria y concentrada en lo que hacía.

— Usted es un demonio como papá ¿No? —preguntó repentinamente, pero aun así no desvió la mirada de su escritura.

— El término para nuestra raza es "Maldiciones"... Los demonios se encuentran en otra categoría —contestó, mientras su mano derecha se extendía a la castaña cabellera de la muchacha. Ni siquiera se inmutó ante ello—. Veo que Sukuna no te lo ha explicado todo.

— Dice que lo hará, también quiere enseñarme a utilizar mi energía maldita... Pero cree que es más importante aprender a escribir antes de enseñarme lo demás —su voz era serena, causaba una sensación indescriptible de paz en el ambiente.

— ¿No tienes miedo de él? ¿Sabes que podría destrozarte con solo tronar sus dedos si es que se le da la gana? —esta vez, decidió divertirse un poco más, y recibió una reacción inesperada de ella.

La menor siempre parecía mantenerse serena, demasiado como para estar consciente de encontrarse en la misma casa que una increíble entidad maldita.
Su escritura se detuvo. Ruther logró observar como ella tragaba en seco y su mirada se perdía en el papel de escritura, a la vez que su respiración se cortaba por un tiempo.

— Se que el señor Ryōmen es realmente poderoso —respondió, volviendo a su escritura mientras el mayor junto a ella fruncía levemente su ceño manteniendo una sonrisa burlona—. Pero si realmente fuera tan despiadado como todo el mundo dice, entonces ¿Por qué me salvó? —su mirada verdosa se giró hacia el azabache, quien sintió escalofríos de pies a cabeza luego de esas palabras—. Oí que su apariencia es realmente monstruosa, él comentó que tenía cuatro brazos y dos caras. Vi un par de veces sus cuatro brazos pero él se veía como una persona normal, solo que tenía dos extremidades más... Realmente no puedo temerle por completo, él me salvó de la masacre de mi familia, buscó un recipiente para no asustarme...  Aunque aún no comprendo demasiado lo que es un recipiente... Pero, se preocupó de comprarme ropa, se preocupó de encontrar una cabaña con buenos muebles donde vivir. Se preocupó de darme lo necesario, como un profesor —nuevamente le dedicó una de esas indescriptibles miradas, provocando que el azabache se sorprendiera un poco y separara su rostro de la palma de su mano—. Se que el señor Ryōmen no sabe expresarse bien, pero... Mamá una vez mencionó... Que papá en realidad era una buena persona.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now