XXVII

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El azabache ingresó a su hogar, quitó sus zapatos en la entrada y los dejó en el estante bajo, junto a un perchero

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El azabache ingresó a su hogar, quitó sus zapatos en la entrada y los dejó en el estante bajo, junto a un perchero. Logró observar en este la pequeña e infantil mochila de su hermana, y el oscuro y gran abrigo de su padre.
Suspiró dejando las llaves en el platillo dorado simple con múltiples manojos de llave, y el corto pasillo de entrada daba directo al gran primer espacio.

El techo era de doble altura, y una gran lámpara colgante iluminaba el lugar. Las paredes blancas sin el mínimo rayón o mancha.
El salón de estar se encontraba a la izquierda. La gran televisión plana se encontraba pegada a la pared, en alto, bajo esta un simple mueble con múltiples libros y cosas. Una mesa de centro vidriada sobre una alfombra, y unos grandes y cómodos sofás grisáceos. Junto al salón, en el fondo izquierdo, se encontraban unos grandes ventanales que daban a un quincho y el jardín trasero.
A la derecha se encontraba el comedor, una gran mesa con ocho asientos, también vidriada y con un gran florero justo en medio.
En el fondo se encontraba la cocina americana, también espaciosa e iluminada como el resto del lugar, y junto a esta, las escaleras directo al segundo piso.

Un hogar un tanto ricachón.

Takeshi subió las escaleras en silencio. El pasillo del segundo piso era un tanto amplio. Apenas llegabas, a la izquierda nuevamente podías ver un espacio recreativo, un poco pequeño, con estantes de libros y películas, un sofá, una mesa de centro sobre una alfombra, y una pantalla televisiva con un mueble bajo y una consola sobre este mismo.

Avanzó un par de pasos y la puerta a su derecha daba a la primera habitación. Tomó la manilla y bajó esta, abriendo la puerta en silencio y encontrándose con oscuridad. El pequeño espacio de luz que creó la puerta y su respectivo marco, le permitieron observar el relajado rostro de su hermana menor durmiendo tranquilamente en su cuarto.

El azabache soltó un suspiro, ingresó a la habitación, caminó en silencio por el cuarto ordenado, y se agachó para dejar un pequeño beso en la frente de la menor. Acarició con cuidado su cabellera y luego volvió a salir del cuarto cerrando silenciosamente la puerta.

Caminó un poco más hacia la segunda habitación hacia su izquierda. Esta tenía una doble puerta, y dio tres toques para esperar unos cuantos segundos.

— Adelante —fue la voz masculina, grave y con un tono bastante elegante.

Al entrar, lo primero que vieron sus ojos fue la ancha espalda del alto hombre (quien solía vestirse con ropas oscuras o de tonos café). Usaba un suéter de cuello alto color negro, y parecía demasiado concentrado entre una libreta, una pluma de tinta negra, y una laptop sobre su escritorio.

— Papá —llamó, ingresando al lugar en silencio y viéndose envuelto en estantes repletos de libros, y una mesita con vasos de tamaño mediano, múltiples tragos, y una caja de puros y cigarrillos—. Me quedaré en casa de Yashiro —anunció, colándose junto a él para observar lo que hacía.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now