XXII

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No le gustaban los deportes, no

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No le gustaban los deportes, no. Si bien, hubo un tiempo en el cual estuvo en los primeros equipos de baloncesto. En Estados Unidos tal vez participó un tanto en fútbol americano de las cliché secundarias estadounidenses en los noventa. Pero en realidad, lo único en lo cual alguna vez fue insistente en participar, fueron las clases de béisbol: batear una bola era divertido.

Pero no le gustaban los deportes. Lo que en realidad le gustaba era ver a chicos altos, sudados, corriendo y moviéndose sin dejar que la pelota a rayas amarillas caiga al suelo, lanzando uno a otro hasta rematar y ganar un punto. Sí, eso era lo que a ella en realidad le gustaba.

— Se siente bien volver al instituto ¿Sabes? —comentó ella, remojando su labio inferior mientras cruzaba una pierna sobre la otra y se reclinaba hacia atrás apoyando sus brazos en el escalón superior de la grada del gimnasio.

El pelinegro frunció levemente su ceño mientras giraba a verla con lentitud, y luego solo volvió la mirada hacia el frente para no perderse los movimientos de su equipo.

— Creí que el lugar sería más deprimente luego del incidente con los chicos del equipo de baloncesto, pero se ve como si nada hubiera ocurrido —comentó de vuelta, con su monótono tono grave de voz, mientras mordía su labio inferior y su ceño se fruncía ante el partido frente a sus ojos.

— ¿Bromeas? Ahora solo están alardeando de que hay fantasmas en el gimnasio de baloncesto... Verifiqué el lugar solo por si las pulgas —desvió la mirada avergonzada mientras entreabría sus piernas y suspiraba llevando su cabeza hacia atrás.

— ¡Nakerama, entras tú! —alzó el entrenador, llamando al muchacho mientras el grupo parecía tomar un descanso.

El pelinegro asintió con rudeza, se levantó de su lugar mientras la mirada de la castaña lo seguía con lentitud. Frente a ella, se detuvo en seco, llevó la orilla del cuello alto de su polerón deportivo del uniforme, y bajó el cierre a la vez que su barbilla se alzaba con la tela entre sus dientes. Se quitó la prenda llevando sus brazos hacia atrás provocando que sus pectorales se marcaran aún más en aquella camisa azul marino del uniforme del equipo de volleyball.

Todo un espectáculo que a pesar de no ser sexual, la mente de Yashiro lo malinterpretó de tal forma que sus mejillas se acaloraron.

— Cierra un poco tus piernas si vas con falda escolar —comentó, su ceño fruncido y lanzando el gran polerón deportivo a sus piernas, pues estaba seguro de que cualquiera podía ver sus bragas.

No le importaba realmente como fuera vestida, todo se veía bien en ella. Lo que le molestaba eran las miradas pervertidas de quienes los rodeaban, simplemente no podía soportarlo.

Ciirri in piqui tis pirnis si vis quin fildi isquilir. Repitió infantilmente, solo simulando la modulación mientras mohines se asomaban en su rostro y sus ojos se encontraban en blanco. Pero se arrepintió en el momento en que el azabache giró a verla como si le hubiera leído la mente, y la fulminó con la mirada para luego tensar su mandíbula.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now