Parte Veinte.

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Finalmente, últimos diez días de diciembre. Este cuento de terror, esta película va llegando a su fin, aunque el virus siga propagándose por doquier en muchos rincones del mundo, y ahora encima elevado al cubo, pero en nuestro país seguimos siendo inmortales, por supuesto.

Despedidas, juntadas, gente amontonada, fiestas, compras navideñas, shoppings abiertos, barbijos tirados en las calles, jodas clandestinas, y otras de esa misma especie.

Lo importante: Lali volvió a Buenos Aires. Sí. Aunque todos más o menos teníamos una idea que así sería, costaba muchísimo imaginarla a ella festejando una navidad lejos de su familia, no teníamos certeza alguna de que esto pasara. Bueno, finalmente pasó. Llegó, y junto a ello: una revolución.

La cagada de esto, o lo que no esperábamos, es que después de tantos meses de espera, de tantos meses de: novelas, videos, millones de reproducciones del vivo del veintiocho de abril, streamings, y de tanta adrenalina Laliter. Ella llegue a Buenos Aires, y automáticamente él se vaya de vacaciones a Bariloche.
Pues sí mis cielas, resulta que nuestro niño de lunares se fue a Bariló con los amigos, ya que finalmente terminó de grabar "El Reino".

Lamento decirles que después del desencuentro virtual que tuvieron anteriormente, no tuvieron contacto alguno. Del lado de ella, porque estaba ofendidísima, pero claramente no pensaba decir una palabra, no tenía por qué. Del lado de él, estuvo a un ritmo intenso la última semana de rodaje, tanto así, que ni siquiera tuvieron asamblea virtual de ACTA.

Pero claro, la llegada de Lali se hizo viral en menos de dos segundos, y por supuesto que Peter te enteró. Él estaba ultimando las cosas para viajar, pero se tomó un tiempo para mandarle un mensaje.

- Así que estás acá y ni avisaste...

Escribió en WhatsApp de una manera pícara. No entendía muy bien si le estaba haciendo un reclamo, si tenía derecho a eso, pero bueno, la relación en estos últimos meses fue un poco así.

A los quince minutos recibió la respuesta.

- Perdón, es que no te quería molestar. ¿Cómo andás? - en ese mismo instante los dos entendieron el juego que estaban planteando.

- ¿Molestar? ¿Desde cuándo? - contestó él siguiendo el hilo.

- Qué se yo... como la otra vez no te pudiste conectar, pensé que seguías ocupado. - escribió ella totalmente histérica.

- En realidad, sí. Terminé de grabar, pero bueno ese día en realidad me colgué. ¡PERDÓN! - usó las mayúsculas como pocas veces lo hace.

- Todo bien boludo, puede pasar. - escribió tratando de minimizar todo lo que le pasó por la cabeza en ese momento - ¡Qué bueno que terminaste de grabar la serie!

- Sí, ya estoy libre. Pero vamos a lo importante: ¿Cuándo llegaste?

- Ayer... un viaje eterno, no te das una idea. Fue una odisea aterrizar en Buenos Aires.

- Sí, ya lo creo. Pero te reencontraste con tu familia. ¿no?

- ¡Sí! - sonrió - Y conocí a mi sobrino. No lo puedo creer todavía. - se mordió el labio de felicidad y le envió una foto de ese momento.

- ¡Qué lindo es! Bueno, disfruta. - escribió tratando de no escribir todo lo que tenía en la cabeza.

- Sí, obvio...

Peter no le contestó más. Pasaron unos minutos donde los dos pensaban cómo continuar el diálogo, básicamente, cómo tomar la iniciativa y activar todas esas invitaciones que quedaron en la nebulosa; esos asados, esos mates... y todo eso que él le prometió para calmar la ansiedad de ella estando en España.

Puntos SuspensivosWhere stories live. Discover now