Parte Dos.

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Los días convirtiéndose en meses sin que uno llegue a darse cuenta, Lali en Madrid con días de rodaje intensos, aunque en España poco a poco se empezaba a hacer más cotidiana ésta nueva normalidad en pandemia. En fin, del trabajo a su departamento, del departamento a hacer un par de compras, de las compras a bañarse y luego leer el guión del siguiente día. Esa era su rutina, su solitaria y aburrida rutina.

Peter por su parte, seguía transitando los días como venía haciendo, en Buenos Aires la situación era cada vez más preocupante aunque él respetaba el aislamiento absoluto, así que no tenia de qué preocuparse. El proyecto que tenían entre manos venia avanzado muchísimo, ya tenían a los formarán parte del mismo, ya tenían leyes leídas y bastantes ideas.

En este tiempo ellos siguieron el contacto vía WhatsApp, Lali no siempre podía participar de las reuniones por Zoom que realizaba el grupo completo, pero Peter o Cande eran los encargados de informarle las novedades. Ella estaba entusiasmada con todo esto, le interesaba realmente.

Un sábado de julio, nuevamente una reunión vía Zoom los obligaba a tener que verse, los encontraba frente a una pantalla, aunque estaban distanciados por miles de kilómetros.

Él proponía, gesticulaba y explicaba cada una de las ideas, y ella asentía apoyando lo que Peter decía. Pero, a la vez, no podía dejar de pensar en aquel niño con lunares de hace quince años atrás, transformado en este hombre hecho y derecho, con barba y pelos largos, reo y desprolijo, pero con la pasión intacta. Trataba de no morderse el labio, ni hacer esos tics nerviosos que le salían cada tanto, porque si bien hablaban todos los días, verse cara a cara era diferente. Él no paraba de preguntar opiniones e invitarlos al debate, y ella no paraba admirarlo y caerse de orgullo.

La reunión llegó a su fin, todos se despidieron hasta la próxima convocatoria, y ella nuevamente entre la soledad y el silencio.

- ¿Todo bien? Te note rara en la reunión.

Sólo con esas ocho palabras sonrió un tanto feliz y emocionada. Increíblemente a miles de kilómetros y mediante una pantalla, Peter podía reconocer que algo le pasaba. Escribió, borró, escribió y volvió a borrar. Pero, ¿Por qué de repente contestar un WhatsApp la ponía tan nerviosa?

- Si, bahh en realidad estoy un poco cansada.

- ¿Triste?

Nuevamente sonrió, se mordió el labio y contestó un tanto emocionada. Realmente la conocía demasiado.

- Sí, estoy un poco harta de estar sola.

- Cuando quieras hablamos, yo estoy al pedo en casa.

- Llamame en diez.

- Okey.

Contestó sin dudar, pero a la vez, un tanto confundida. Terminó de juntar la mesa, la comida instantánea número mil que comía en su estadía en España. Y quedó en el sillón esperando que él la llame.

Mientras tanto en Buenos Aires, Peter con su tranquilidad y paz, se fumó un cigarrillo para luego acomodarse en el bunker de trabajo, aquel pequeño rincón de paredes blancas, para poder hablar con Lali; su ex, su primer amor, su amiga y ahora compañera de trabajo. Era tan extraña la situación que no iba a perder tiempo analizándola, realmente le interesaba saber porque estaba triste.
Hace un par de años, él pasó por un estadio feo y triste, y sabía perfectamente que estar solo no era lo ideal en esos casos. Así que luego de casi veinte minutos, armó una reunión en Zoom, una más, y le pasó la invitación. Esta vez, sólo él y ella.

- ¡Hola!

- ¡Hola Pitt! Pensé que te habías quedado dormido.

- No -rió- es que me fui a fumar al patio y colgué. ¿Cómo estás?

Puntos SuspensivosWhere stories live. Discover now