Parte Diecinueve.

1.2K 82 76
                                    


Diciembre, todo el año esperándote para que, de una vez por todas, finalice este año de mierda.

Lali en España estaba con los nervios de punta, porque con la cantidad de contagios de allá como de acá, hacían que peligre su vuelta para pasar las fiestas con su familia en Buenos Aires, y eso la tenía realmente mal. Además, había adelantado sus escenas para poder viajar, y ahora de repente no sabía si podría o no hacerlo.

Peter en cambio, estaba en la última semana de grabaciones de su serie, mucho más tranquilo, por supuesto. Solo se preparaba para el próximo año, donde además de varios proyectos, tenía varios estrenos.

La realidad es que a pesar de querer hacer todo bien, la pandemia no se detiene y la gente cada vez le tiene menos miedo a este virus del orto. Y eso hace, que poco a poco nos vayamos descuidando y se aproxime el caos.

Lali grabó todo el día con un frío tremendo en Madrid, estaba despierta solo porque tenía que hacer un Zoom con Peter para que la actualice con los temas de ACTA, y además, para cambiar un poco el humor. La realidad es que esperaba esas pequeñas conversaciones cada vez con más ansiedad.

Misteriosamente, los minutos pasaban y Peter ni siquiera le había hablando por chats, cosa que a ella la estaba poniendo un poquito más de malhumor de lo que estaba. Esperó un rato más, porque realmente no eran actitudes típicas de Peter, de hecho, todo lo contrario, es súper responsable.

Aguantó media hora en total, hasta que le mandó un mensaje en el chat.

- Eyy Pitt, tenemos la reunión ¿o no?

Un mensaje que no contestó...

Esperó un poco más mientras habló con su familia, contándole la situación actual, en realidad haciendo tiempo para ver si Peter le contestaba o no.
Como no tuvo respuesta alguna, y había pasado una hora y pico decidió irse a dormir. No quería preocuparse, pero la verdad que un poco lo estaba, ya que seguro tuvo que pasar algo muy importante para que él no cumpla con una reunión pactada para hablar de ACTA, y para hablar con ella, claro.

A los diez minutos llegó la respuesta, pero no la que estaba esperando...

- ¡Perdón La! Me re olvidé.

- ¿Te pasó algo?

- No, vine a la casa de una amiga y me quedé re dormido. Es que no doy más últimamente. Jajaja. No te hagas problema, debe ser tardísimo allá. ¡Mañana hablamos!

Leyó ese mensaje y se quedó mirando la pantalla sin reacción ¿qué debería contestarle? ¿Por qué le molestó tanto su actitud? ¿Acaso esa amiga era más importante que ella?

Cuando logró salir de su bronca, ridícula, pero bronca al fin. Escribió y borró dos veces diferentes mensajes, hasta que por fin tomó una actitud bastante madura; dejó el celular en su mesita de luz, se tapó con su acolchado en su cama enorme y dejó fluir las lágrimas.

Lágrimas por estar lejos de su casa, por estar lejos de su familia, por cansancio, por este año de mierda, por balances de fin de año. Lágrimas por no poder conocer a su sobrino, lágrimas por haber finalizado una relación eterna, lágrimas porque extrañaba a sus amigos. Lágrimas porque estaba encerrada en un país que no era suyo, y por más que la pase bien, su Argentina es Argentina.

Y lágrimas, porque nunca pensó que esa noche iba a terminar así, porque se había ilusionado como si fuera una niña. Porque esperó todo el día para ese momento para verlo conectado, distrayéndola y prometiéndole cenas y asados. Robándole sonrisas y recordando un millón de momentos. Lágrimas porque justo hoy que lo necesitaba... él no estuvo, y eso le causó dolor.

Puntos SuspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora