Parte Treinta.

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Una mañana calurosa en Buenos Aires, último sábado de febrero y el final de una estadía corta en la casa de Lali. Pero contra todos los pronósticos esa mañana amaneció acompañada.

Eran casi las doce del mediodía, Peter se despertó un poco más temprano, sin embargo pasó por el baño y volvió a la cama junto a ella, que abrió los ojos casi media hora después.

- Mmmm, esa naricita. -mientras se estiraba y le dedicaba una sonrisa a él, que no paraba de mirarla.

- Buenos días. -sonrió también.

- Buenos días, ¿Qué hora es? -pasándose las manos por su cara.

- Casi las doce del mediodía.

- Jodeme. -lo miró rápidamente.

- No, posta...

- A la noche me tengo que ir. -empezó a caer en la realidad.

- Ya lo sé, y por eso, hoy vamos a disfrutar el día. -le propuso.

- ¿El día? Las horas que nos quedan. -dijo mientras se animaba a acercarse un poco más a él.

- Si, lo que sea. -acarició su espalda- ¿Vamos a levantarnos?

- Yo me quedaría acá hasta la noche. -dijo aferrándolo más a ella.

- No, vamos dale. -no lo decía demasiado convencido.

- ¿Qué querés hacer? -lo miró confundida.

- Es una sorpresa. -le explicó él.

- Bueno, me voy a dar una ducha igual. -dijo separándose nuevamente rascándose los ojos.

- Ok, yo te espero abajo.

- Podes acompañarme si querés. -lo miró de forma sugerente.

- Mmm es una propuesta muy tentadora, pero tenemos que aprovechar el día. -le regaló una sonrisa y se animó a darle el primer beso.

- ¿Debería preocuparme por esa sorpresa? -dijo con sinceridad apenas se separaron.

- Mmm, no creo. -dudando un poco- Te espero abajo.

Dos sonrisas y un beso para cerrar la situación, luego ambos se levantaron a hacer lo que tenían pensado. Lali se fue a dar una ducha en el baño que tiene en su cuarto y Peter se fue abajo.
Resulta que ayer cuando no pudo quedarse en la casa porque estaba toda la familia de Lali, aprovechó para hacer las compras en el supermercado y ahí tuvo la gran idea de empezar a saldar deudas.
La "famosa sorpresa" en realidad era saldar una cuenta pendiente que tiene desde hace tantos meses. Finalmente, le va a hacer el asado que le había prometido.

A la media hora Lali bajó las escaleras en bikini y se encontró con una situación que le causó demasiada ternura. Peter estaba en cuero con uno de los shorts que tanto lo caracterizan frente a la parrilla controlando una gran llama de fuego, y ahí cayó en la realidad: le estaba preparando un asado solo para ella, para los dos. Sonrió con una felicidad tan real que no le entraba en el cuerpo y se acercó para abrazarlo por detrás.
Con ayuda de un pequeño salto llegó a colgarse de su espalda sorprendiéndolo. Él sonrió, aunque ella no lo vio porque estaba dándole la espalda, agarró sus brazos como pudo y ahí quedaron por un rato. El silencio escupiendo palabras, una vez más.

- Buen día. -dijo apenas lo soltó para enfrentarse nuevamente.

- Hola linda. -regalándole una sonrisa.

- Decime que estoy en Buenos Aires, en mi casa y con un asado frente a mis ojos.

- Sí, y también estoy yo. -la miró sonriendo exageradamente.

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