Parte Quince.

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Un domingo de lluvia en Madrid, una semana con pocas salidas y mucho trabajo. Las bajas temperaturas, la cantidad de contagios y un gran rebrote, hizo que esté más encerrada que nunca.

Una ducha eterna, una botellita de cerveza sobre la mesa, celular en mi mano y el reloj marcando las doce de la noche.
Fue un domingo tan relax, que como pocas veces, me pedí una pizza. No tenía ganas de levantarme del sillón. Mi carrera musical me tiene bastante ocupada y pensaba terminar de arreglar, agendar fechas y luego irme a dormir.

De repente un llamado... él.

- ¿Hola? -atendí un poco sorprendida.

- La, ¿Cómo estás? -se escuchaba mucho ruido.

- Bien, ¿vos? ¿pasó algo? -no entendía nada.

- Estoy en Madrid. -dijo y me tildé.

- ¿Me estás jodiendo? -dije pensando que era una broma.

- No, ¿estabas durmiendo?

- No, no... ¿Dónde estás? -le consulté sin poder creerlo.

- En el aeropuerto, llamé a varios hoteles para alojarme y no hay lugar. En realidad creo que no me quieren recibir por el tema de los contagios.

- ¡Venite para acá! -dije sin dudarlo.

- ¿En serio? ¿No te jode?

- ¡Posta boludo!

- Bueno dale, mandame la ubicación por WhatsApp.

- Dale, ahí te mando.

Abrí el chat y le mandé la ubicación por inercia, no entendía absolutamente nada. ¿Qué hacía en Madrid?
No pude evitar ocultar mis nervios y felicidad, pero me seguía resultando muy raro... ¿Peter en mi departamento de Madrid y a ésta hora de la noche?
Fui a ponerme un shortcito, ya que solo tenía una musculosa puesta y ordené un poco la mesa del living, donde me encontraba muy tranquila hace diez minutos, previo a esa llamada.

A los veinticinco minutos una nueva llamada de él...

- ¿Qué pasó? -dije sorprendida.

- Estoy abajo La.

- Ya te abro -dije acercándome al botón del portero.

- Escuchame, antes de saludarte paso al baño. Estuve metido en un avión por horas y después en el aeropuerto. Mejor me doy una ducha, sino te jode.

- Obvio que no, pasa tranquilo.

Charlas bizarras y ésta, me resultaba tan gracioso. Sentía nervios, adrenalina y no estaba muy segura de estar cien por ciento consciente de lo que estaba pasando.

De golpe abrió la puerta del ascensor y yo lo esperaba en la puerta de mi departamento, cerró la puerta corrediza con fuerza y me sonrió, pude notarlo por sus ojitos chinos porque tenía puesto un barbijo. Primer contacto de este encuentro completamente sorpresivo.

- ¡Hola! -dijo risueño y se acercó a mí.

- Boludo, ¿qué haces acá? -chocamos los codos riéndonos- Pasa.

- Qué raro todo esto, ¿no? -dijo entrando a casa.

- Mal, ¡no entiendo nada! -cerré la puerta y quedamos los dos dentro de las cuatro paredes de mi pequeño hogar temporario- ¿Te querés bañar?

- Si, please. Necesito sacarme está ropa, el aeropuerto estaba llenísimo de gente.

Lo acompañé hasta el baño, distanciados, y se metió con su mochilita. Siempre tan sencillo.
Yo me quedé afuera esperando completamente sorprendida y tentada de la situación.

Puntos SuspensivosWhere stories live. Discover now