VIII

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Alice tuvo que ir al día siguiente con su hija al psiquiatra, esa vez Betty las acompañó, necesitaban comprender todo sobre la enfermedad de Kristell, por unos días Alice no la mandó a la escuela por los síntomas de los medicamentos, inventó que estaba de viaje y no la dejaba salir a ningún lado. Betty tenía prohibido decir dónde estaba su hermana, a todos les diría que se había ido a alcanzar a Hal.

Después de dos semanas Hal regresó, había comprado peonías para su esposa e hijas.

— Alice, cariño, ya regresé — dejó las llaves en la mesa

— Baja la voz — la rubia bajó las escaleras — vas a despertar a Kristell

— ¿Por qué? Se supone que debería estar en la escuela — dejó los otros ramos en la mesa y el más grande se lo llevó a Alice — te traje esto

— Soy alérgica a las peonías, deberías de saberlo, llevamos veintidós años casados — se dio cuenta de la presencia de los otros ramos — Kristell también es alérgica, pero no hay problema, Betty estará encantada de tener tantas

— Lo siento. Me puedes explicar ¿Porqué no fue a la escuela? Sabes que no puede faltar

— Gracias por preguntar que me dijo el psiquiatra

— A eso iba — levantó un poco la voz

— Cuida tu tono de voz, ahora ven — caminó al comedor — Es más grave de lo que pensábamos

— ¿Qué te dijo Oliver? — se sentó en una silla

— Es que es increíble — era demasiado sensible que sus ojos comenzaron a cristalizarse — solo tiene 14 años, es una niña, no se lo merece — Hal no sabía de que estaba hablando — tiene un futuro prometedor, suele ser rebelde pero, yo quiero que tenga una vida normal

— Cálmate Alice, no te entiendo

— Fue diagnosticada con esquizofrénia juvenil — se soltó a llorar

Alice sintió miedo por la mirada de Hal sobre ella, en tantos años con él jamás se había sentido así.

— Es tu culpa Alice — azotó la mesa —  si la hubieras cuidado un poco más, mi hija no estaría así. Me duele lo que le está pasando, es una niña. De todas las personas existentes en Riverdale ¿Porqué mi hija?

— Yo no tengo la culpa, a mi también me duele saber que mi hija está enferma y que va a depender de medicamentos toda su vida. Se la ha pasado dormida desde ayer en la tarde... Y no solo es ella, también es Betty, mi hija adora a su hermana y sé que le afectó

— Tiene que haber un porqué. ¿Crees que vas a poder cuidarla? Ni siquiera pudiste cuidarla cuando estuviste embarazada, nació prematura y siempre se ha enfermado

— Mi embarazo se complicó, tampoco tuve la culpa de eso — se levantó de la mesa

— Dios — bufó y vio el terror que Alice sentía reflejado en sus ojos — no puedo creer que mi hija esté enferma,ves imposible Alice, debe de haber un error

— No hay ni un error — le gritó

Kristell estaba en su habitación, jamás pensó que inciar el tratamiento sería tan cansado, llevaba una semana sin ir a la escuela. Se había quedado dormida desde la tarde anterior, despertó y sintió la boca demasiado seca, pues era uno de los síntomas de uno de los médicos por lo que bajó las escaleras y escuchó a su madre gritar.

— Papá — su voz era demasiado baja, sentía que no tenía fuerzas ni para hablar

— Cariño ¿Qué haces despierta? — Alice se acercó a ella

— Tengo demasiada sed y ya ni tengo agua — la mirada de su padre reflejaba lástima por ella al verla así, pero no podía decir que solo él la miraba así, sentía que Alice y Betty también lo hacían — Perdóname papá — Hal se acercó rápido a ella y la abrazó

— No tienes que pedir perdón, tú no tiene la culpa

— De verdad lo siento. No te enojes con mamá por mi culpa

— Tranquila — comenzó a acariciar su cabello rubio cuando sintió que su respiración sonaba agitada — No pelearé con tu mamá — le dio un beso en la parte superior de la cabeza

— Cariño tu agua — le entregó un vaso y vio sus ojos verdes sin brillo, apagados. Su hija se bebió el agua demasiado rápido por lo que le sirvió más

— Me voy a mi recámara — estaba débil y caminaba agarres de las cosas

— Yo te llevaré, como cuando estabas chiquita y tú y Betty se dormían en el sofá

— No, no quiero molestar

— No molestas, vamos — la cargó en sus brazos y la subió a su recámara

Alice se volvió a sentar, se sentía frustrada por ver cómo estaba su hija con apenas una semana de haber empezado el tratamiento, la reacción de Hal que la desconcertó, la preocupación de Betty, su trabajo, todo. Minutos después Hal bajó y se sentó a su lado.

— Cariño, perdóname, jamás quise decir que era tu culpa que estuviera enferma. Lo siento tanto, pero es mi hija y es difícil pensar que todo lo que habíamos planeado para ella a lo mejor no pueda ser

— El doctor de me dijo que puede tener días lúcidos y otros en los que no. No hay que dejarla sola, contradecirla tampoco. Puede tener crisis más fuertes que otras y en esos casos necesitaremos internarla para que no se haga daño

— Haremos lo que tengamos que hacer para que esté bien. Pero quiero pedirte que tratemos de mantenerlo en secreto, que no salga de estas paredes que nuestra hija tiene esquizofrénia — Alice lo miró con una ceja alzada — Le daremos los medicamentos necesarios para que esté controlada, porque esto puede acabar con la reputación que hemos construido en todos estos años, cuando Betty llegue, hablaré con ella para que no diga nada

— Pero...

— Es lo mejor para ella y para nosotros cariño

— Está bien — puso su mano sobre la de Hal resignada a tener que ocultar la enfermedad de su hija mejor

Ese día Hal Cooper sintió dolor al descubrir la enfermedad de su hija y verla tan frágil, pero no podía permitir que alguien en Riverdale lo supiera.

Cuando Betty llegó la estaba esperando.

— ¡Papá! — lo abrazó — ¿Dónde está Kristell

— Dormida — dijo su madre

— Voy a verla

— No, antes de eso tengo que hablar contigo acerca de lo que haremos con lo de la enfermedad de tu hermana, tu madre ya estuvo de acuerdo

— ¿Hacer? No estoy entendiendo

— Mira Betty, lo único que tienes que hacer es quedarte callada acerca de lo que tiene. Tú vas con ella a la escuadra, si la vez mal tienes que encontrar la manera de justificarla. Si la enfermedad de tu hermana se sabe acabará con todo

— Perdoname, pero no estoy de acuerdo — se opuso a la idea de su papá, no le gustaba, eso también podía afectar a su hermana y ni es como si lo que tuviera fuera contagioso

— Betty es lo mejor para ella — tomó la mano de Betty — Yo he conocido personas con ciertos trastornos mentales y la gente lo que siente por ellos es pena, lástima ¿Quieres eso para tu hermana?

— Pero son otroa tiempos...

— Elizabeth, tu padre tiene razón, es lo mejor

La residencia "Cooper Smith" se volvió cómplice de un secreto más, la enfermedad de Kristell, a quien también Hal logró convencer de no decir nada, ni siquiera a sus amigos, pues acabaría con la imagen de la familia perfecta a la que pertenecían.

Ese fue el inicio del infierno en esa familia.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora