XVIII

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Las semanas habían pasado, lograron pasar por la crisis de que la menor de los Cooper se quiso suicidar y fue salvada por el amor platónico de Alice de su juventud, FP Jones y Betty había comenzado a salir con Juguead.

La noche cayó y las cosas en la casa se los Cooper fue empeorando, todos tuvieron que bajar al sótano para que los vecinos no se dieran cuenta de los gritos de la familia perfecta de Riverdale.

— ¿Cómo rayos se te ocurrió hacer esa tontería? — Hal le dio unos toques con su dedo índice en la frente a su hija menor — A pesar de que estás enferma te creía más inteligente

— Porque estoy cansada — se levantó y se le iba a lanzar a golpes a su padre pero Betty la tomó por la cintura — Sueltame — comenzó a patalear y a llorar — ¡Sueltame Betty! — Alice se acercó y logró agarrarla, pues en cualquier momento se podría safar del agarre de Betty y hacerle daño a Hal o peor aún, a ella misma — no me toques mamá, no me toques

— Betty sube a mi habitación y en el baño vas a encontrar unas jeringas con unos medicamentos, sube por ellos ¡Rápido Elizabeth! — gritó Hal

— Mamá no, que no lo haga, que no vaya — sus gritos reflejaban todo el terror que tenía por dentro

— ¿Qué hago? — vio a su mamá luchar con si hermana que ya se encontraba en el suelo gritando y tratando de lastimarse. Tenía tiempo que no tenía una crisis tan fuerte y verla así la destrozaba 

— Ve por lo que te dijo tu padre — dijo la rubia mayor con lágrimas en los ojos ¿Porqué su hija?. Kristell logró safar un brazo del agarre de Alice, ambas ya estaban luchando en el suelo. La rubia menor comenzó a tirar de su cabello con fuerza, Alice reaccionó rápido y volvió a tomarle la mano — sube por lo que te dijo tu papá

Hal solo observaba la escena. En crisis anteriores que había tenido su hija, había ayudado a Alice a controlarla, pero esta vez no, ya no, estaba cansado de tener una hija que no podía controlar sus impulsos, a la que no podías decirle nada porque se alteraba. La última vez que la internaron fue porque lo amenazo con un cuchillo. Estaba harto.

— Betty no, no vayas, me van a drogar  — suplicaba a su hermana con lágrimas en los ojos — no quiero que me vuelvan a drogar, ya no quiero tener droga en la sangre, por favor papá, te juro que me voy a tranquilizar

— Ve por lo que pidió tu padre Betty — gritó Alice desesperada 

Betty seguía en shock, a pesar de eso subió escaleras arriba lo más rápido que pudo, hasta llegar a la habitación de sus padres, fue al baño y buscó lo que su madre le había pedido, al hacerlo encontró demasiados tranquilizantes y nunca supo desde cuándo los habían comenzado a utilizar con su hermana, lo tomó y bajó corriendo, los gritos de Kristell cada vez eran más fuertes

— Ya, aquí están

— Sostenla Elizabeth

— Mamá, papá, yo sé que se va a tranquilizar — lágrimas caían por sus mejillas, como si estuvieran en una carrera por ver cuál caía más rápido al suelo — pero no le pongan el tranquilizante

— Es imposible

En la calle llegaba un coche negro, una pelinegra descendió del vehículo, había ido por Verónica a casa de Fred, pero unos gritos llamaron su atención, no podía escuchar bien pero cruzo la calle y la llevó a una casa asé puerta roja, la residencia de los Cooper, se fue por el jardín hasta que encontró la puerta del sótano, no sabía exactamente que era lo que hacía ahí, con miedo se acercó a la puerta y tomó de la perilla, por suerte no tenía seguro y la puerta se abrió. Lo que pudo ver fue a Alice con lágrimas en los ojos, a Hal parado como si nada estuviera pasando y a Betty deteniendo a una joven rubia.

— Alice — habló la latina

— Lo siento cariño — dijo Alice mientras le inyectaba algo a la rubia que estaba en el piso y comenzó a calmarse

En algún momento en el que cruzaba la calle y se acercaba llegó a pensar que se le llegarían a romper las cuerdas vocales a la que suponía era la otra hija de los Cooper, de la que Betty platicaba mucho.

— Hermoine Lodge — nombró Hal, pero la frialdad con la que lo dijo le erizó

— Hal Cooper — se adentró y pudo ver mejor a Alice, que tenía a su otra hija en su regazo, ya dormida, al parecer — ¿Qué pasó aquí? Pensé que los estaban asaltando

— ¿Y de cuándo acá te preocupes por nosotros Hermoine?

— Hal — habló la rubia mayor — ¿Qué haces aquí Hermoine?

— Escuché gritos y...

— Entiendo

— Voy a ver el fútbol — habló aunque sabía que a nadie le importaría lo que hiciera — me la voy a llevar a su habitación — cargó a su hija y subió

— Mamá — le dio la mano para ayudarla a levantarse — lo siento

— ¿Porqué cariño? Tú no tienes porqué disculparte, sabemos que es normal

— Sigo aquí — alzó una mano

— Sube a dormir Betty, debes de estar muy cansada y sumándole esto... — la abrazó y le dio un beso en la frente — Te amo Betty

— Yo también mamá — miró a Hermoine — Buenas noches señora Lodge — a pesar de las circunstancias Betty siempre tenía una sonrisa en el rostro

— Ahora que Betty se fue, me puedes decir ¿Qué pasó aquí? Y ¿Qué le estabas inyectando a tu hija?

— No sé que pasó. Me gustaría decirte pero no puedo, llevo años guardándolo para mí, vete Hermoine

— Alice, fuimos amigas, puedes confiar en mí — se acercó y le dio una cálida sonrisa mientras tomaba su mano — Pero no te obligaré a contarme algo que no quieres. Las puertas del Pembrook están abiertas para ti, por si necesitas algo

— Está bien, descansa Hermoine — le sonrió

— Me voy, Verónica me debe de estar esperando — salió del lugar y dicho y hecho, Verónica ya estaba afuera de la casa de los Andrews esperándola

El hilo rojoWhere stories live. Discover now