LVIX

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“El miedo reina sobre la vida.” - Albert Schweitzer

Las clases de educación física solían ser las más interesante de todas las demás. En esa clase la rubia podía distraerse un rato y divertirse en ciertas ocasiones. Si por ella fuera no haría los estiramientos, ya que no le gustaba perder tiempo ahí. Su celular comenzó a vibrar y lo sacó del bolsillo de su sudadera para ver quién era, tal fue su sorpresa que el celular se resbaló de sus manos y dejándola algo alterada y con la sensación de que alguien la observaba.

— Cari — había ido por sus ltellas de agua que habían dejado olvidadas en el salón — ¿Qué pasa? ¿A quién buscas?

— A nadie — tomó su botella y bebió

— ¿Quieres que le hable al profesor la tus papás? — ofreció gentilmente mientras tomaba asiento al lado de su amiga

— No, de verdad estoy bien — ya acabé los estiramientos voy a hacer lo demás

Se levantó rápido, guardand nuevamente su celular en la bolsa de su sudadera. Hizo su actividad pero era imposible concentrarse después de lo que había recibido. Algunos de sus compañeros la miraban raro porque a cada rato miraba para todos lados en busca de algo, o alguien y para colmo de ella, había comenzado a escuchar las voces de siempre, trató de controlarse y pidió permiso para ir al salón por sus medicamentos.

Estaba al borde de un colapso...

Hiram Lodge se detuvo casi derrapando frente a la comisaría y bajando lo más rápido posible para entrar al lugar. Se encontró con varios policías y gente que trabajaba ahí, preguntó directo por el Sheriff y al confirmar que estaba en el recinto, irrumpio en la oficina de su amigo.

— ¿Hiram? — se levantó de su asiento

— Tenemos problemas

— ¿Qué pasó?

— Hal escapó — dijo sin pensarlo dos veces — Cómo sabrás hoy lo estábamos trasladando a mi cárcel para que hubiera mayor seguridad, pero en un momento le quitaron las esposas y pudo quitarle el arma al civil que lo escoltaba, cuando los demás llegaron encontraron al hombre muerto y no había rastro de Hal

— ¡Maldita sea! — golpeó la mesa — Hay que buscar a ese mal nacido — cargó su arma y tomó sus cosas

— Ya tengo a mi gente buscando, pero necesitamos más, es un psicópata — tomó algo de aire — Cuando me informaron traté de llamar a Alice, pero no me contesta

— ¡Diablos! Vamos le marcamos en el camino

Los dos hombres salieron del lugar en dirección al Heraldo, para ver si la rubia se encontraba ahí. En el transcurso recibieron una llamada de Hermoine que ya había sido notificada acerca de eso y les dijo que los alcanzaba en el Heraldo que ya estaba en camino.

Al llegar pudieron ver a Alice escribiendo en su escritorio y con un pie moviendo el carrito de los gemelos, los dos hombres soltaron un suspiro, estaba bien.

— Hola — saludó — ¿Qué hacen ustedes dos juntos?

— ¿Porqué demonios no respondes el celular Alicia? — el enojo y la preocupación se hizo presente en su voz — Estaba preocupado — sintió la mirada de su amigo — estábamos. Te marcamos los dos y no respondiste

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora