LXIII

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"Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta". - Haruki Murakami

FP abrió los ojos por la incomodidad del sol en la cara. Se talló los ojos y si mirada se desvió a la rubia y a los dos niños que tenía al lado, que dormían plácidamente. Sonrió al ver a Alice, al menos durmiendo encontraba algo de paz. No podía creer que esas cositas tan chiquitas hubieran estado dentro de Alice, por nueve meses. Amaba a esos niños. Se levantó con cuidado de la cama.

— No te vayas, quédate un rato más — dijo Alice, mientras se movía y se recargaba en la base de la cama

— ¿Dormiste bien? — fue a su lado y Alice le hizo espacio para que se sentara con ella, claro, sin quitarle espacio a los gemelos. Él se colocó al lado de ella y la abrazó

— Algo así, tuve que despertar como a las 3 de la mañana para darles de comer 

— ¿Porqué no me despertaste?

— Porque tú no les das de comer — sonrió

— Buen punto — soltó una risita — pero ¿No tenías mamilas llenas de leche en el refrigerador?

— Ya sé acabaron y no me he sacado más leche

— Cierto

— ¿Crees que esto acabe pronto? — comentó algo afligida —  tenemos que quitarle el celular a Kristell, hasta que atrapen a Hal, es fácil de manipular y tengo miedo de que vuelva a pasar lo mismo que anoche

— Todo va a acabar, pero no se cuando. Cuando detengan a Hal, comenzaremos a planear nuestra boda, los chicos se irán a la universidad y nos quedaremos nosotros cuatro aquí

— Me encanta como suena eso. ¿Te imaginas a Juguead siendo un escritor famoso y a Betty trabajando en el FBI?

— Sería maravilloso. Tengo una duda

— Te escucho

— ¿Por qué no mencionaste a Kristell?

— Porque no me dijo que va a estudiar

— ¿Cómo?

— Si, así como lo oyes. Tu hija nada más me dijo que de iría a Columbia y ya viste que si logró entrar, pero no me dijo que es lo que va a estudiar. Pero sé que logrará algo grande — sonrió — Deberíamos de mudarnos con ella — acarició su barba

— Alice — hizo que la mirara — Sé te nota que tienes miedo de que viva sola, pero tienes que dejarla — ella lo miró profundamente a los ojos — tal vez pienses que para mí es fácil que se valla porque no he convivido con ella como tú, que la tienes desde que nació, pero también me duele que se valla, aún no termino de conocerla y se va a ir, pero tenemos que dejarla, no la puedes seguir sobreprotegiendo, ¿Está enferma? Si, pero no podemos interponernos en su vida Al

— ¿Y si se pone mal?

— No tienes por qué estar pensando eso, en dado caso de que llegara a pasar nosotros iríamos a verla y estar ahí

— Es mi niña

— Pero ha creció, tiene que hacer su vida

— Entiendo... — le sonrió

— Mira — puso atención a los gemelos que se estaban moviendo — ya despertaron — la rubia que tenía la lado tomó a los niños

— Buenos días — empezó a jugar con sus manitas — ¿Es raro, no?

El hilo rojoWhere stories live. Discover now