La posada

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Tobirama dijo que tenía planes para mí. Por mucho que insistí, solo me dijo que lo sabría en su debido momento.

Ya han pasado tres dias desde que me secuestró en las narices de los chicos. Supongo que ellos estarán siguiéndole la pista a los kage, tampoco tengo ninguna forma de decirles que ahora él va por libre.

Y mientras tanto seguimos alejándonos más y más, sin saber siquiera a dónde nos dirigimos.

Nos acercamos a una pequeña cueva en un risco de montaña.

- Oye Tobirama... ¿No podríamos dormir por un dia en algun lugar que tubiera una maldita cama?

- Sería inútil que le pidieras ayuda a un civil.

- No lo digo por eso, imbécil. Realmente deseo poder darme una ducha y dormir en una cama...

Parece pensarlo por un momento y no parta sus ojos de los míos.

- Si me prometes que no intentarás nada raro, veré qué puedo hacer.

- Lo prometo. - digo con un suspiro- Cómo tu has dicho, ningún desconocido puede ayudarme con éste lío.

- Bien. Pero si haces algo raro atente a las consecuencias.

Por primera vez en estos tres días, me quita una de las esposas de chakra, y cuándo creo que me las va a quitar, ata las dos manillas en el mismo brazo.

Me tiende su chaqueta y mira mi cara de decepción con una sonrisa.

- ¿Creías que te daría alguna oportunidad para escapar de mí?

Me pongo su chaqueta, de mal humor, cubriendo mis brazos e impidiendo que se vean las esposas. Al menos no me veo obligada a tener los brazos atados.

Tobirama me atrae hacia él apoyando ambas manos en mí cintura y cierra los ojos. No me muevo, después de estos días sé que hace eso cuándo se concentra en las energías a nuestro alrededor para saber dónde están los pueblos antes de usar el Hiraishin no jutsu.

Me sujeto con ambas manos de su camiseta para no marearme, y aunque se que le gusta que haga eso, pero es perder el equilibrio en cuanto reaparece y que me tenga que coger en brazos.

Siento el mareo, que ya se me ha hecho habitual, y abro los ojos lentamente para ver que estamos a las afueras de algún pueblo.

- Ven, vamos a buscar un lugar para pasar la noche.

Me tiende la mano pero la rechazo y empiezo a andar por mí sola. Oigo una risa seca salir de su garganta pero no objeta nada.

A las pocas calles veo una casa de piedra con un letrero colgando frente a la puerta que pone: "Posada".

Paro y miro a Tobirama, quién asiente con la cabeza y respiro aliviada de saber que ésta noche voy a poder dormir en una cama.

Espero en la puerta mientras veo a Tobirama hablar con el hombre de la recepción. En un par de minutos se gira hacia mí y me guiña un ojo, mostrándome una llave.

Me es inevitable sonreír, y le sigo hasta la habitación 16, que es el número que pone en la llave. Aunque me dura poco la felicidad cuándo veo que sólo hay una cama.

- Has dicho que eramos pareja, ¿Verdad?

- Por supuesto. - dice con una sonrisa-.

- En fin... Voy a darme una ducha.

Me quito su chaqueta, dejándola encima de la cama y extiendo el brazo en el que tengo las manillas hacia él.

- Quítame ésto.

- No.

- Oye, no voy a ducharme con ésta cosa.

- Pues no te duches.

Le miro con cara de horror y vuelvo a enfadarme de nuevo. Con el buen humor que me había dado encontrar una posada.

- Tienes suerte de que lleve ésto, Tobirama.

- Tienes las mismas posibilidades contra mí con esas esposas que sin ellas. - se burló-.

- Serás...

El calor sube por mi cuerpo y se me acumula el cabreo de todos estos días secuestrada, teniendo que obedecerle, y sin soportarlo más, le doy un bofetón con todas las fuerzas que tengo.

Aunque las cadenas me tienen tan débil que siquiera logro girarle la cara. Por el contrario, parece que lo haya cabreado.

Coge mi muñeca y prácticamente me arrastra hasta el baño. Saca unos kunais y unos papeles, escribe unos kanjis y los lanza en las esquinas del baño creando una barrera.

Le miro con el ceño fruncido y un tanto de miedo, pues con las cadenas puestas estoy a su merced.

- Dame tu mano. - exige-.

Levanto el brazo en el que tengo las cadenas y cogo su mano. Éste pasa su otra mano por encima de las cadenas, que con un ruido metálico se sueltan y caen al suelo.

Siento mi chakra fluir de nuevo y me abandona la debilidad que me acompañaba éstos últimos días.

Le miro sorprendida y él me dedica una sonrisa.

- No intentes nada, sólo ve a ducharte. Yo me quedaré aquí, sólo por si acaso.

- Gracias por las cadenas... Pero no puedo ducharme delante de ti.

Veo cómo abre el grifo del agua y espera a que la bañera se llene. Veo el vapor que sale del agua y mis entumecidos músculos me piden a gritos meterme en ella.

- Vamos, prometo no mirar. Me quedaré sentado de espaldas hasta que termines.

Alterno mi mirada entre el agua y Tobirama, y finalmente decido ceder.

- Está bien, más te vale mantener tu promesa.

Veo a Tobirama sentarse de cara a la puerta con las piernas cruzadas. Me quito la ropa, lo más deprisa que puedo por si se le ocurriera mirar.

Me meto despacio en la bañera, disfrutando del agua caliente dejando que calme mis músculos. Se me escapa inconscientemente un gemido cuándo por fin tengo todo el cuerpo sumergido en el agua.

- Si haces esos ruidos tendré que meterme en el agua contigo.

- Es que se está tan bien... Me hacía tanta falta... - digo suspirando-.

Aunque no puedo disfrutar lo suficiente del baño, básicamente porqué tengo un Tobirama dentro del baño. Termino de lavarme y busco una toalla, pero veo que están colgadas detrás de la puerta, frente a él.

- Oye, Tobirama.

- ¿Mm?

- ¿Te importaría pasarme una toalla?

Le veo levantar la mirada, y descubrir que al igual que yo no habíamos visto que estaban ahí.

Se levanta y coje una. Me acurruco en la bañera para que no se me vea nada cuándo él se acerca. Me la tiende y la cojo con una mano. Él vuelve a alejarse y mirar hacia la puerta.

Salgo del agua y envuelvo mi cuerpo en la toalla, que es demasiado pequeña para mi gusto, puesto a que me llega por medio muslo.

- Ya está.

Se gira y me mira de arriba a abajo. Se acerca a mí y retrocedo un par de pasos hasta tocar con mi trasero en la pileta de las manos. Apoya ambas manos en la pileta, a mis costados, y se acerca peligrosamente.

Se detiene cuándo apenas nos separan un par de centímetros, sintiendo su respiración tan cerca de mis labios y nuestros ojos fijos en los del otro, mientras sujeto con todas mis fuerzas mi toalla.

- No sé si eres consciente de la tentación que supone para mí tenerte así.

Ore wa... Uchiha Madara.Where stories live. Discover now