Ore wa... Uchiha Madara.

Recuerdos

POV Alba

— ¿Dónde está Madara?

La pregunta queda flotando en el aire mientras todos los presentes se miran entre ellos tratando de dar con la respuesta.

Un estruendo y una columna de humo nos dan una ligera idea de su posición, pues al parecer es el único que falta.

— Iré a ver que pasa. - dice Obito-.

— Espera, iré contigo.

— No, es demasiado peligroso para tí ahora mismo.

— Me da igual, iré contigo. - le digo sobreponiéndome al miedo-.

— Por más que borren tu memoria nadie puede evitar que seas así de cabezota eh...

— Os acompaño. - se añade Hidan- Yo cuidaré de ella.

— Bien. Vamos entonces.

Obito deja caer su mano sobre mi hombro y la otra sobre el de Hidan. Acto seguido reaparecemos frente a la entrada de la fortaleza, dónde una imagen sobrecogedora nos da la bienvenida.

El suelo está encharcado, cómo si hubiera acabado de pasar un tifón, pero todo lo que hay en la zona se ha tornado de color negro al ser chamuscado hasta convertirse en cenizas.

Un poco más lejos, dos hombres pelean cuerpo a cuerpo. No puedo distinguir los golpes, debido a la velocidad de ambos, aunque me da la sensación de que el hombre alto de larga melena lleva la ventaja.

Intento acercarme inconscientemente pero los brazos de Hidan me rodean, deteniéndome.

— ¿Dónde crees que vas? No puedes meterte en medio de la pelea.

— Pero...

¿Pero qué? ¿Trataría de detenerlos? ¿Ayudaría a uno de ellos? ¿A cuál?

— ¡Madara! ¡La tenemos! - grita Obito, esperando causar una reacción en el Uchiha mayor.

Una gran llamarada sale de los labios de éste, poniéndo distancia entre ambos luchadores, antes de responder sin siquiera mirarnos.

— Me aseguraré de que no vuelva a ponerle un dedo encima. Iros de aquí y dejadme terminar con ésto de una vez por todas.

Un escalofrío recorre mi espalda mientras trato de procesar sus palabras.

— No estará hablando de... Lo que creo que...

— Sé que en éste tiempo las cosas no funcionan de éste modo pero... Sí, va a matarle. - me aclara Obito-.

Mi corazón parece preparado para correr una maratón y late descontrolado provocando dolor en mi pecho, las piernas me tiemblan y si Hidan no me estuviera sujetando ya estaría en el suelo.

— ¡Jodido imbécil! Podrías ser más delicado, joder. ¿No ves que ésto es demasiado para ella?

— Ella siempre ha sido la primera de querer las verdades sin maquillar, Hidan. No voy a mentirle.

— Tsk... - el peliblanco suspira antes de susurrar palabras reconfortantes a mi oído- No te preocupes, todo estará bien. Madara lo hace por tí, porqué te quiere, y todos nosotros también. Recuperarás tus recuerdos y todo estará bien.

— Pe-pe-pero él... Va a... Va a...

— Shh, tranquila. Tu misma lo hubieras intentado de haber recuperado ya tus recuerdos, cómo la última vez.

— ¿La última... Vez?

— Has peleado con más cojones que muchos de los caguetas que nos esperan en el bosque, y en más de una ocasión contra Tobirama, que por desgracia es más fuerte que tu, sinó, ya lo hubieras matado tu misma.