Despedida

79 13 5
                                    

POV Alba

Siento unas manos acariciar mis mejillas y alguien oliendo mi cuello, para posteriormente dejar besos desde ahí, subiendo hasta llegar a mis labios.

Todavía medio dormida, gimo por la inesperada forma de despertar y devuelvo el beso.

Alguien gruñe sobre mis labios hasta que nos separamos.

— Creo que debería despertarte así más a menudo.

— Tobirama... Lo siento, se supone que tenía que esperarte, me quedé dormida.

— No te preocupes, es mi culpa por tardar tanto.

— ¿Qué hora es?

— Hora de ir a cenar.

— Vaya, si que he dormido.

— Ven, vamos a cenar.

Obedezco y me pongo de pié, arreglando mis ropas para quitar las arrugas que se habían formado al dormir con la ropa puesta.

Miro al atractivo hombre que hay frente a mí, esperándome para bajar al comedor. Pienso en todo lo que he averiguado últimamente y en si realmente es quién dice ser.

Ya me preocuparé más tarde por saber la verdad.

Me acerco a él y en vez de tomar la mano que me ofrece, recorto la distancia hasta juntar nuestros labios de nuevo.

— Gracias por despertarme así, me ha gustado.

No dice nada, pues se ha quedado mirándome embobado, con una tonta sonrisa en su cara.

— Venga, vamos. Capaz eres de cambiar de idea y querer quedarte en la habitación. - me burlo de él guiñándole un ojo-.

— No puedes escapar de mí, si no es ahora ya te cazaré más tarde.

Ambos reímos, pero finalmente vamos al comedor. Nos sentamos en la primera mesa vacía que encontramos y al rato nos sirven la cena.

— ¿Como ha ido con la chica?

— Bien, no volverá a molestarte.

Lo dice de forma casual, pero hay algo que no me gusta en su expresión.

— ¿Qué le has preguntado?

Sus ojos se elevan de su plato y me mira, seguramente pensando en si contármelo l no.

— Verás, ella... Era tu amiga y te traicionó.

— ¿Amiga?

Realmente dudo que fueramos amigas, pues la forma en qué habíamos hablado antes era incómoda, cómo si ella no quisiera estar ahí.

— No hacía mucho que os conocíais. Ella se alió con los Akatsuki y te vendió.

— ¿Y qué hacía ella aquí? ¿La barrera la dejó pasar?

— La dejaron pasar porque no sabían de su traición. Pero eso no volverá a pasar.

— ¿Entonces... Los que me secuestraron están cerca?

— Al parecer sí. Tendremos que irnos de aquí, no voy a arriesgarme a perderte de nuevo.

— Así que por eso estás tan tenso...

— Mañana al mediodía, cuando haya terminado con mis asuntos aquí, nos iremos.

— ¿Mañana? ¿Tan pronto?

— No esperaré a que otro traidor cruze la barrera, Alba.

— Claro, lo entiendo.

Terminamos de comer sin hablar más del tema. Salimos a pasear, cómo de costumbre.

Nos sentamos en el árbol dónde de costumbre. Contemplo abstraída el lugar en dónde suelo conversar con Madara y me pregunto qué estará haciendo, o si nos estará mirando.

— ¿En qué piensas?

— En qué será la última vez que nos sentemos bajo éste árbol...

...y mañana por la mañana la última oportunidad de hablar con Madara.

¿Porqué no puedo simplemente olvidarlo? Tobirama me trata bien y estoy a gusto con él... Pero Uchiha Madara no abandona mis pensamientos.

Ambos parecen tan distintos... Uno albino y el otro azabache, ambos serios pero Madara parece más gruñón, y más mayor. ¿Será igual de cariñoso que Tobirama en la intimidad?

Trato de apartar éstos pensamientos de mi mente, pues me siento culpable por pensar estas cosas sentada en brazos de Tobirama.

— Entonces, debemos de disfrutar y aprovechar la noche, ¿No crees?

Sus labios besan mi hombro y sus manos se meten por debajo de mi ropa, acariciando mi abdomen.

— Tobi, ¿Qué haces? Alguien podría vernos.

— No me importa.

Me remuevo en su regazo y no opone resistencia cuando me aparto. Me levanto y recoloco mi ropa, mirando alrededor.

Tobirama también se levanta, y me acorrala contra el árbol.

— ¿Vas a rechazarme en nuestra última noche aquí, señorita?

— No te he rechazado. Sólo... Sólo...

Las palabras se ven interrumpidas por sus labios. Sus suaves besos me hipnotizan y me dejo llevar.

Nos besamos bajo la luz de la luna, apoyados en nuestro árbol, mientras sus manos me acarician sobre la ropa y las mías se enredan en su pelo.

Nuestros cuerpos suben de temperatura, y las caricias se vuelven rudas y apasionadas.

Me agarra con fuerza y me levanta del suelo, empotrándome contra el árbol y obligándome a rodear con mis piernas su cintura.

Abandona mis labios para mordisquear mi cuello, sabiendo que es mi punto débil.

Siento nuestras intimidades rozar, pues la suya ya hace acto de presencia, haciéndose notar a través de nuestra ropa.

Tiro la cabeza hacia atrás, apoyándola en el tronco, disfrutando de sus besos y caricias.

Me inclino un poco hacia delante y muerdo con suavidad el lóbulo de su oreja.

Entonces abro los ojos... Y lo veo.

En la lejanía, dentro del bosque, a bastante distancia de ambos, casi imperceptible...

Dos círculos rojos.

Sus ojos.

¡Madara!

La alarma y la culpa invaden mi sistema. Espera... ¿Culpa? Siquiera sé si lo que dijo era verdad. Tobirama es mi novio, no estoy haciendo nada malo.

Aún así... Mi cuerpo se tensa y lo único que quiero es desaparecer. No quiero estar aqui, no quiero que Madara me vea así con Tobirama.

Y él lo nota.

— ¿Pasa algo? ¿Te he hecho daño?

Su pregunta me enternece, y me hace sentir pena también por él, ajeno a mis dudas y mis pensamientos acerca de otro hombre.

— ¿Podemos seguir en otra parte?

— Creía que te gustaba estar aquí.

— Y me gusta... Pero temo que alguien nos vea.

— Soy sensor, ¿Recuerdas? No hay nadie.

— Por favor...

Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo y de pronto las suaves sábanas blancas de nuestra cama están bajo mi espalda.

— ¿Mejor?

— Gracias, Tobi.

Y de nuevo las caricias, gemidos y gruñidos no se hicieron esperar, siendo sólo la habitación testigo de sus actos.

Su última vez en esa habitación, su última noche en ese castillo, tal vez también en ese país.

Y la última vez, se prometía un azabache de larga melena y profundos ojos rojos cómo la sangre, que Tobirama Senju, pondría sus manos sobre las de su mujer.

Ore wa... Uchiha Madara.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ