35: Los rebeldes atacan.

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Luego de muchos ruegos y súplicas, Shen Lian logró convencer a su indiferente esposo de llevarlo consigo hacia el campamento de los soldados. Aún no sabía por qué había tantos problemas, pero tan pronto como sintió la ausencia de su esposo en la cama, se apresuró en vestirse y comer para seguirlo hasta el carruaje del príncipe.

—¡Esposo!— exclamó Shen Lian, haciendo un débil intento de correr. Su vientre le impedía alcanzar velocidad, así que en realidad sólo caminaba como alguien torpe.

—Cálmate, Shen Lian.

—¡Lo siento!— el muchacho se detuvo, una mano sujetándose el vientre— ¿Podemos irnos ya?

—Tranquilízate.

—¡Perdón!

—Shen Lian.

La inquieta esposa guardó silencio mientras veía a su esposo cargar muchas cosas hacia un pequeño vagón. Entre lo poco que logró ver, notó que había muchas armas, lo que le preocupó bastante.

Shen Lian recordaba que el campamento estaba completamente bien abastecido, y no parecía haber mucha necesidad de recolectar más cosas. Si la situación era tan grave que requería tantas provisiones y armamento, tal vez debía tener una conversación sería con el príncipe.

—Eh, esposo…

—¿Sucede algo?

—Tu… aún no me has dicho cuál es el problema con los soldados.

Mo Yang no dijo nada, pero su ceño fruncido se incrementó al oír sobre el problema con los soldados. A Shen Lian le pareció que era mejor cambiar de tema, pues no quería enojar a su esposo.

—No importa. Vamos.

La pareja se subió al carruaje luego de esa mínima interacción, pero algo seguía molestando a Shen Lian.  En realidad, era un sentimiento extraño. Como si supiera que algo malo pasaría en cuanto abandonara la hermética seguridad del palacio imperial.

Nada de lo que sucedió en el camino fue lo suficientemente importante como para captar la atención de Shen Lian por más de unos segundos. Más pronto de lo que esperaba, se encontró rodeado del paisaje que ya conocía como parte del campamento. Se habría emocionado, pero su estadía fue tan breve que apenas logró procesar dónde estaba.

Mo Yang hizo todo con rapidez, cargando y descargando las provisiones que había traído en menos de dos horas. Cuando terminó, se apresuró en volver al carruaje para partir de regreso al palacio junto a su esposa.

Para el joven Shen fue bastante extraño ver una actitud tan ansiosa y evasiva en su usualmente frío esposo. Los problemas debían ser graves su el príncipe actuaba de un modo tan ajeno al propio. Dónde comúnmente procedería con lentitud, ahora lo hacía con más rapidez de la necesaria.

A pesar de las dudas y los pensamientos que nublaban su mente, Shen Lian se sintió incapaz de añadir más presión a su estresado esposo preguntándole sobre aquello que lo molestaba. Decidió que le preguntaría en la noche, durante su regular charla previa al sueño.

El viaje iba tranquilo, sin baches ni ruidos exteriores que perturbaran la tranquilidad en el cálido interior del carruaje. Todo era tan calmado que Shen Lian empezó a sentirse somnoliento, como si no hubiera dormido absolutamente nada cuando en realidad eso era lo único que hacía por el momento.

Cansado, buscó apoyo en su esposo para poder dormirse.

—Señor Mo— llamó con un tono ligero, señal de que le era difícil mantenerse despierto.

Mo Yang notó que su esposa estaba a punto de dormirse, así que rápidamente acercó a él para dejar que descansara sobre su hombro.

—Ven. Duerme conmigo.

La esposa del soberano. (BL)Where stories live. Discover now