24: ¿Enfermedad o bendición?

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Dos semanas después de su boda, Shen Lian empezó a sentirse enfermo. No podía comer sin sentir náuseas, y cada vez que caminaba sentía como si algo dentro de su estómago se revolviera, por lo que terminaba vomitando todo lo que comía.

Le molestaba mucho sentirse así. Él quería pasar tiempo con su esposo y divertirse con sus amigos, pero aquel terrible malestar lo mantenía acostado. Lloraba siempre que veía a Zhao Yuan, tan vulnerable que incluso ver a su amigo cercano lo llevaba a las lágrimas.

Shen Lian estaba muy triste. Muchos médicos imperiales habían ido a revisarlo, pero él se negaba a admitir que su cuerpo lo trataba de ese modo.

Tenía un leve puchero en sus abultados labios, y no parecía que iba a mejorar en ningún momento. Sólo con pensar en moverse o ingerir alimento su estómago se apretaba de un modo doloroso que no le permitía hacer otra cosa más que devolver todo su alimento.

Mo Yang había estado preocupado desde el inicio, yendo y viniendo con medicinas para su pequeña esposa. Estaba más nervioso de lo usual, lo que terminaba por alterar a todo aquel que se encontrara cerca de él. Si su pequeña esposa sufría, era inevitable que él también se sintiera alterado.

Shen Lian sintió el ya conocido tirón en su estómago, razón por la que salió corriendo en busca de un balde de madera para regresar su comida. Al hacerlo, sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras su garganta empezó a doler.

Era horrible. Si había algo que Shen Lian odiara era vomitar tantas veces seguidas. Sin razón alguna, era incapaz de mantener su comida dentro del estómago.

Después del horrible momento, el joven Shen tuvo que arrastrarse como pudo de vuelta hacia la cama, en dónde hundió la cabeza e intentó deshacerse del desagradable sabor en su boca. A los pocos minutos oyó que alguien se sentaba junto a él. Asumiendo que era el príncipe, dejó que acariciara su cabello. Pasó un rato antes de que se durmiera.

Cuando despertó, el príncipe estaba junto a él, observándolo con tantas emociones que llegó a preguntarse si aquello no sería un producto de su imaginación. Shen Lian aún no lograba acostumbrarse a ver los sentimientos de Mo Yang, más allá de su típica indiferencia.

—S-señor Mo— pudo murmurar con tristeza.

—Esposa. ¿Cómo estás?

—Me duele…

—Hay un médico esperando. Va a revisarte.

—N-no quiero molestar…

—Shen Lian.

El joven realmente no podía decir nada cuando el príncipe le hablaba de ese modo.

—Bien.

A regañadientes, Shen Lian se puso la ropa que el príncipe le había traído. Había estado usando su ropa nocturna por la falta de movilidad, pero no quería recibir a un médico luciendo así.

Shen Lian notó que Mo Yang le había dado una túnica roja como la que él mismo usaba, para luego darse cuenta de que era exactamente la misma túnica, pero de un menor tamaño.

Por el frágil estado en el que se encontraba, Shen Lian dependía por completo del príncipe para moverse de un lugar a otro. Mo Yang lo cargó, y no tuvo problemas en llevarlo hasta la habitación en la que él médico aguardaba desde hacía un rato. Aunque el joven Shen estaba mareado, logró ver al médico que lo curó cuando fue atacado la primera noche en el palacio.

Habría saludado, pero no tenía la energía para hacer algo más que respirar.

El hombre les hizo una reverencia y procedió a examinar el pulso de Shen Lian. Se decía que los médicos eran capaces de diagnosticar a un paciente sólo con tomar su pulso, y como Shen Lian nunca había presenciado eso, tenía bastante curiosidad por ver lo que haría.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora