65: Enemigos a cada esquina.

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La tranquilidad en el palacio no era permanente. A medida que se acercaba el final de un año lleno de eventos, todos notaron que en el palacio la vida estaba destinada a ser complicada. No solo los rebeldes eran una amenaza, también había rumoree de un levantamiento en el sur, y el paradero de Qi Wei seguía siendo desconocido para todos. No tener señales de los rebeldes era en exceso preocupante, pues les daba ventaja a sus enemigos para planear el siguiente ataque sin interrupciones.

La presión de proteger tanto a su Imperio como a su esposa se había convertido en una carga casi insoportable. Silenciosamente Mo Yang sufría de insomnio, incapaz de dormir con todos los pensamientos de "¿Qué pasaría si…?" rondando por su mente inquieta. Era imposible descansar sabiendo que había tantas personas buscando lastimar a su amada esposa o a su hijo. No quería verlos heridos otra vez.

Recientemente Mo Yang parecía incapaz de eliminar de su mente el recuerdo de Shen Lian cubierto en sangre tras ser golpeado en el vientre. Cada vez que cerraba los ojos, esa imágen se grababa detrás de sus párpados. Aún podía recordar el miedo, la ira y la asfixiante sensación de impotencia que lo habían atormentado cuando no pudo hacer nada más que observar a su esposa en dolor. Casi perdió a su hijo, y todavía le costaba soportar la gran culpa que venía con ese recuerdo.

Aunque nadie además de él mismo lo culpaba de aquel incidente, el príncipe nunca se perdonaría por ello. ¿Cómo podría decirse que no era su culpa cuando él había estado allí, viendo el dolor en Shen Lian? ¿Cómo podría, si solo pensaba en lo inútil que fue entonces?

Mo Yang era demasiado crítico consigo mismo cuando se trataba del inocente Shen Lian. Nada de lo que hacía se sentía como si fuera suficiente para alguien tan especial como el joven Shen. El príncipe, por primera vez en su vida, sentía que era un simple plebeyo aspirando al corazón de un ángel. A sus ojos no había ni una sola imperfección en Shen Lian, mientras que él estaba lleno de fallas. Escondidas, pero existentes.

Su ansiedad no pasó desapercibida para su esposa, quién decidió hablar sobre ello pocos días después de la partida de los padres de Antoine.

El príncipe había estado leyendo una carta sobre los más recientes avistamientos de rebeldes cuando su adorable esposa entró a la habitación con una tierna expresión de enojo en el rostro. El delicado hombre hizo un puchero antes de sentarse (muy tímidamente) sobre el regazo de Mo Yang. Se arrepintió de inmediato, pero al intentar levantarse fue detenido por el brazo del príncipe alrededor de su vientre.

Shen Lian soltó un suspiro enojado que solo ayudó a hacerlo ver más tierno.

—¿Estás bien, esposa?

—Hmpf— el joven se cruzó de brazos.

—¿Sucede algo?

—¡No!

—Esposa…

—¿Por qué no me dices lo que te molesta?— interrumpió Shen Lian.

Mo Yang lució sorprendido. Incluso después de haber pasada por tanto juntos, seguía sorprendiendole la facilidad con la que su esposa podía ver a través de sus actos de pretensión.

Sonriendo, el príncipe descansó su mano sobre el vientre de Shen Lian y recostó su cabeza en el hombro del joven. La cercanía hizo que el más joven soltara una risita nerviosa.

—¿Cómo sabes que algo me molesta?— inquirió Mo Yang con un tono juguetón.

—Eh…t-tu eres mi esposo. Es fácil darme cuenta de tus emociones— Shen Lian tocó el borde de su túnica nerviosamente.

Puede que Shen Lian fuera desvergonzado cuando se trataba de las relaciones de los demás, pero hablar sobre sus propios sentimientos y su posición en la vida del principe siempre sacaba su lado más tímido. Era difícil para él demostrar lo que sentía sin ruborizarse o apartar la mirada con nerviosismo.

La esposa del soberano. (BL)Where stories live. Discover now