71: Shen Lian está enojado.

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La mañana de aquel caluroso día, la gente del palacio tuvo el presentimiento de que algo extraño pasaría. Era diferente al presentimiento que tuvieron cuando Shen Lian llegó, y no tan similar al que tuvieron cuando fue secuestrado. No, éste presentimiento tenía algo que ver con un suceso inesperado, algo que nadie esperaba ver nunca. Verán, los sirvientes del palacio tenían una especie de sentido especial que de algún modo les permitía saber cuando algo iba a ocurrir.

Esa mañana, todo parecía estar normal. No había invasores, ni peleas, ni siquiera los gritos enojados de Zhao Yuan que generalmente despertaban al resto de los sirvientes. Solo había silencio. Un inexplicable y desolador silencio.

Hasta que de la nada lo oyeron. Aquello que jamás pensaron oír. Aquello que parecía ser producto de su imaginación, pero que, de hecho estaba pasando.

—¡¿En qué estabas pensando al hacer eso?!

Ese era Shen Lian. Actualmente gritándole al médico con una expresión furiosa que estaba por completo fuera de lugar con su adorable rostro de rasgos delicados. Verlo molesto, al menos hasta tal grado, era algo imposible de concebir si no lo estuvieran presenciando con sus propios.

Mientras Shen Lian descargaba su ira sobre el médico, Antoine mantenía la cabeza baja y escuchaba los gritos de la Wangfei sin interrumpir. Estar con Zhao Yuan le había preparado lo suficiente como para saber que enfrentarse a una esposa molesta de manera verbal era casi lo mismo que lanzarse a un mar lleno de tiburones. Sin embargo, sentía que la ira de Shen Lian era mucho más terrorífica que la de Zhao Yuan. Con Zhao Yuan era predecible, pero con Shen Lian no sabía qué hacer.

—¡No puedo entender cómo cometiste ese error! ¡Te pedí que guardaras silencio! ¡¿Es eso tan difícil?!

Antoine abrió la boca.

—¡¿Vas a responderme con excusas estúpidas?!

Antoine cerró la boca.

—¡No puedo ni verte! ¡Estoy…! ¡Ah, vete a tu habitación!

Shen Lian no se molestó en quedarse a confirmar si el médico obedecía o no, tan solo se dió la vuelta y emprendió su camino de regreso a la habitación del principe.

En el camino iba soltando murmuros bajos quejándose de las acciones del médico una vez más. A su alrededor había un aura oscura que mantuvo a los sirvientes, ministros y consejeros fuera de su alcance. Nadie tenía el valor de enfrentar a un Shen Lian molesto, pues era como adentrarse en territorio desconocido sin ninguna guía. Preferían evitarlo o ignorar su presencia de tal modo que hacía imposible el iniciar una conversación.

Resoplando con enojo, Shen Lian caminó de regreso a su habitación manteniendo la misma expresión molesta. Sus labios estaban presionados fuertemente, su expresión una furiosa.

Cuando llegó a su habitación, Shen Lian esperó encontrarse con el príncipe y el principito. En cambio, se quedó observando el espacio vacío mientras su malhumor aumentaba. Estaba demasiado irritable, tanto que no podía soportar ni la más ligera alteración dentro de sus planes. No encontrar a su esposa exactamente dónde se suponía que debía estar fue suficiente para hacer que se agravara la molestia en su interior. Con un leve gruñido, salió de nuevo, golpeando el piso con demasiada fuerza.

Que Shen Lian estuviera de malhumor era malo para todo el palacio. Por un lado los sirvientes no tenían su dosis diaria de ternura al verlo jugar con el príncipe, y por el otro se sentía un aire de negatividad rodeando todo el lugar. Shen Lian era quien le brindaba luz y felicidad al palacio, así que su enojo causaba cierto desequilibrio en la dinámica de los habitantes. Si Mo Yang lo viera, no podría creer que su esposa estuviera actuando de ese modo.

La esposa del soberano. (BL)Onde histórias criam vida. Descubra agora