58: Consuelo.

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Tan pronto como estuvo seguro entre las paredes de su recámara, Shen Lian dejó caer la falsa máscara de enojo que tenía y sollozó mientras se deslizaba hacia el suelo. Todo su cuerpo dolía como si lo hubieran golpeado repetidas veces. Pero el mayor dolor era aquel que sentía en el centro de su pecho, tan intenso que no podía ignorarlo.

Su enojo seguía allí claramente, pero también había una inmensa sensación de tristeza y decepción que le impedía respirar. Su cuerpo entero se sacudía entre temblores mientras cubría sus ojos con la palma de sus manos. Los sollozos en su cuerpo le hacían imposible moverse de su posición agachada.

La ira en Shen Lian todavía no había desaparecido, sólo estaba siendo reemplazado por la tristeza brevemente aunque no duraría mucho. Estaba molesto, no solo por la aparición de su madre sino por el hecho de que su esposo y el emperador no parecían en absoluto sorprendidos de que dicha mujer estuviera viva, contrario a la información que Shen Lian tenía de ella.

No entendía por qué su esposo le ocultó algo tan importante sabiendo lo mucho que le afectó la muerte de su madre. Más que nada se sentía ofendido de que su madre lo hubiera engañado de un modo tan ruin, fingiendo su propia muerte sin considerar los sentimientos de su hijo.

En sus memorias, la Wen Yanli que Shen Lian veía como su madre era muy diferente a la mujer que tuvo enfrente por unos segundos. Su apariencia era la misma, pero le faltaba esa amabilidad y amor que Shen Lian recordaba de ella.

Llorando, se puso una mano sobre el pecho intentando detener el intenso dolor que seguía atormentandolo. Era el mayor sufrimiento que había experimentado en su vida.

—¡Shen Lian!

La voz del príncipe obligó a Shen Lian a alzar la cabeza ligeramente para observarlo. Tenía los ojos hinchados y rojizos, lo que causó una gran tristeza en su esposo. El príncipe solo tuvo que abrir sus brazos para que Shen Lian se lanzará hacia el de prisa.

—¡Señor Mo!— chilló el joven entre sollozos. —¡E-Ella me m-mintió! ¡Me dejó! ¡Ni siquiera…ni siquiera mi p-propia m-madre quiso quedarse c-conmigo! ¡Señor Mo!

—Esposa…— murmuró Mo Yang con una expresión adolorida.

—¡Señor Mo…! ¿H-Hay algo malo e-en mí?— preguntó Shen Lian, lágrimas bajando por sus mejillas sonrojadas.

—Claro que no, esposa— el príncipe apretó su abrazo. —No hay nada malo en tí. Eres perfecto.

—¿Entonces por qué mi familia me odia?

La pregunta resonó en la habitación, encontrándose con el silencio como respuesta. Mo Yang no supo qué decir ante un comentario tan deprimente. Shen Lian sonaba…roto.

—Primero mi padre me dejó en la capital porque se cansó de cuidarme— empezó Shen Lian con la mirada vacía y desenfocada. —Luego mi primo intentó matarme. Ahora, resulta que mi madre, por quién lloré pensando que había muerto, está viva. Simplemente se fue porque había cosas más importantes que yo. Dime, esposo. ¿Cómo puede no haber nada malo conmigo?

—Shen Lian, estás equivocado.

—¿Cómo, señor Mo?— el muchacho miró el rostro de su esposo fijamente. —¿Cómo puedo estar equivocado si todo parece indicar lo contrario? ¿Debo creer que estoy bien a pesar de que mi propia sangre quiere olvidarme? Tal vez la señorita Qi tenía razón, y no soy más que…

—¡Shen Lian!— Mo Yang gritó.

El joven Shen bajó la cabeza avergonzado y al mismo tiempo triste de que su esposo lo tratara con tanta falta de gentileza. Su Mo Yang era tan dócil con él generalmente que ahora no entendía cómo reaccionar a su agresividad.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora