27: Casarse otra vez.

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Había cierta anticipación en el cuerpo de Shen Lian, del tipo que se presentaba únicamente cuando tenía la compañía del príncipe. Sus piernas temblaban, su respiración se agitaba y podía sentir los exagerados latidos que daba sus acelerado corazón. La mitad inferior de su cuerpo se sacudió con necesidad.

Ésta vez no sentía tanto miedo como en su noche de bodas, pues ya sabía qué esperar de aquel acto. Recordaba el placer, al igual que el dolor, y solo podía rogar por que el príncipe fuera más gentil. No quería estar adolorido de nuevo.

Quitarse las túnicas habría tomado bastante tiempo, de no ser por la falta de ropa en el príncipe. Con fuerza, empujó a Shen Lian sobre la cama y se posicionó encima de él. Mientras hacía eso, sus labios no dejaron de tocarse ni por un segundo.

Como Shen Lian no estaba cegado por el miedo o nerviosismo, fue capaz de intervenir en el acto. Aunque estaba ligeramente nervioso, decidió que se concentraría sólo en las atenciones de su esposo y olvidaría lo vergonzoso de aquella situación.

Shen Lian separó los labios, correspondiendo el beso de una manera leve. Sus diminutas manos se acomodaron en el cuello del príncipe, atrayendolo con necesidad hacia sí mismo. El joven Shen estaba necesitado.

Su esposo estuvo atento, respondiendo a cada suspiro, a cada temblor en su cuerpo. Buscaba complacer a su joven esposa de todas las maneras posibles.

Cuando el aire fue necesario para ambos, Mo Yang retrocedió un poco para dejar que Shen Lian respirara. Luego de recuperar la estabilidad, el príncipe capturó los labios de su esposa en un apasionado (y descuidado) beso.

Mo Yang sostuvo el cabello de su esposa, aplicando una leve presión para exponer su cuello. Las marcas que el príncipe dejó durante su noche de bodas ya habían desaparecido, pero Shen Lian no pensaba aparecer frente a los demás con aquellas marcas de nuevo. Aún recordaba lo avergonzado que se había sentido en ese momento, y lo último que quería hacer era revivir esa situación.

Con dicha resolución en su mente, Shen Lian utilizó toda la fuerza de sus brazos para apartar a Mo Yang unos centímetros. Lo observó, sonriendo brevemente al notar la cercanía entre ambos.

—Señor Mo— murmuró— ¿Podría usted…?

El príncipe no lo dejó hablar. Volvió a unir sus labios, dejándolos por un largo rato sobre los del otro.

Riendo, Shen Lian repitió la acción. Encontró más resistencia de la que esperaba, pero prefirió no comentar nada sobre eso.

—¡Señor Mo!— chilló el muchacho, viéndose ignorado por su hambriento esposo, que se había inclinado a besar su pálido cuello con una remarcable dedicación.

—Esposa, no hables.

—¡S-señor Mo!— soltó una risa cuando los besos pasaron por un área sensible— D-detengase.

—¿Por qué?

—N-no quiero que deje marcas otra vez.

—Las marcas lucen bien en tu piel. Así todos saben que me perteneces.

—…

Viéndose reclamado de un modo infantil por alguien con un rostro tan serio, Shen Lian de verdad se sentía incapaz.

—Señor Mo…— se quejó— No diga cosas así.

—Eres mi esposa. Debes acostumbrarte— aunque parecía serio, las palabras de Mo Yang no ayudaban a su declaración.

—A-al menos podría contenerse y no dejar marcas.

—Tal vez.

Con eso Mo Yang sólo intentaba tranquilizar a su esposa. Nadie podía detenerlo de marcar su más preciada posesión. Específicamente quería mostrarle a cierto médico quién gobernaba en el corazón de Shen Lian.

La esposa del soberano. (BL)Where stories live. Discover now