8: Conociendo a Qi Wei.

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Jamás en su vida Shen Lian pensó que se sentiría tan seguro en lo brazos de otro hombre, y mucho menos si ese hombre era el príncipe.

Los soldados (con ayuda del repentino brote de ira del príncipe) lograron asesinar a todos los rebeldes. Shen Lian ahora creía fervientemente que las habilidades de Mo Yang se merecían mil poemas. El príncipe lo había sorprendido, atacando a los rebeldes con tanta ferocidad que ni siquiera podían respirar antes de ser azotados por el arma de Mo Yang. Sólo en ese instante, el pequeño chico podía imaginar los primeros versos que hablaran sobre las estocadas rápidas y certeras del Guerrero Escarlata.

Aún estando en el palacio, Shen Lian seguía asombrado. Después del ataque, Mo Yang no lo había dejado caminar ni por un segundo. Mo Yang lo cargó hasta que llegaron al palacio, e incluso ahí, no lo soltó hasta que los médicos imperiales se acercaron. Sobre todas las cosas, el príncipe se comportó de un modo sobreprotector con su prometido, casi como un esposo cuidando de su esposa.

Shen Lian estaba sentado en su habitación, por segunda vez luego de ser tratado por los médicos imperiales. Le dolía la pierna, pero no había nada que pudiera hacer para aliviar la sensación. Los médicos le dijeron y repitieron hasta el cansancio que no debía tocarse la pierna, sin importar cuánto le molestara. El hueso seguía intacto; por el otro lado, la piel se había tornado rojiza y se veía el inicio de un corte.

A pesar de que quiso hablar con Mo Yang, el príncipe se alejó de él tan pronto como dejó de sostenerlo. No había rastro de Mo Yang en ningún lado. Ni siquiera se oía la presencia de alguien en su habitación. Tan silencioso como un bosque desolado, pensó Shen Lian.

Alguien tocó la puerta. El sonido asustó a Shen Lian, quién se estremecio de arriba a abajo en menos de tres segundos. No obstante, era su obligación ver quién lo llamaba.

—Joven Amo Shen, la señorita Qi requiere de su presencia en el jardín principal— se oyó la voz de un sirviente que se marchó poco después de dar el anuncio.

Cualquier otro habría notado la total falta de respeto en la manera que tenía ese sirviente de dirigirse a alguien tan importante como el consorte de un miembro de la familia imperial. A Shen Lian nunca se le cruzó tal pensamiento. Era demasiado inocente para la vida en la corte.

Zhao Yuan, servicial como siempre, estaba esperando fuera de la habitación para cuando Shen Lian se arregló lo mejor que pudo. El joven miembro de la familia Shen de sorprendió de ver a quién consideraba su único amigo instalado en ese lugar. Zhao Yuan le hizo una reverencia casi al instante, como si lo hubiera practicado.

Shen Lian le sonrió, acto que le pareció tanto tierno como inapropiado al sirviente. Nadie cercano al emperador lo había tratado con tanto cariño como ese pequeño campesino.

—¡Zhao Yuan!— saludó Shen Lian con emoción.

—Joven Amo Shen.

—¿Por qué todos me dicen así?— se cuestionó el muchacho, sin notar que lo había dicho en voz alta.

—No es importante— a Zhao Yuan realmente no le importaba mantener los modales si estaba con Shen Lian, pues sabía que éste no lo golpearía o castigaría por ello, sino que le agradaría aún más— Ahora debe concentrarse. La señorita Qi ha ordenado hablar con usted.

Shen Lian asintió como un niño pequeño al que le asignan una tarea. Tuvo que preguntar lo que no podía sacarse de la mente.

—¿Eh, quién es ella?— preguntó.

—…— Zhao Yuan se contuvo de no suspirar, pero fue difícil— Es la sobrina de la emperatriz.

Esas palabras pesaron en el estómago de Shen Lian. Él no estaba enterado de que el emperador tenía esposa.

La esposa del soberano. (BL)Where stories live. Discover now