66: El ataque de los rebeldes.

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Shen Lian estaba terminando de acostar a su hijo cuando oyó las primeras campanadas haciendo eco desde la ciudad. Todo el conocimiento que había recibido en las clases con el consejero Xin pasó a través de su mente en segundos hasta encontrar el significado de las campanadas. Cuando se dió cuenta de lo que estaba sucediendo, tomó a su hijo medio dormido y salió de la habitación corriendo.

El principito actuó como su padre, callado y silencioso. No lloró ni chilló al ser levantado de su cama tan repentinamente, solo se quedó observando los sucesos a su alrededor mientras era trasladado en los brazos de su madre.

Si recordaba bien las lecciones del consejero Xin, todo integrante de la familia debía refugiarse dentro del palacio principal. De acuerdo con sus conocimientos, había una habitación escondida en la sala del trono a la que sólo se podía acceder con una pieza de metal que poseían los miembros de la familia. La de Shen Lian estaba oculta en un pendiente que había puesto en su cabello por órdenes del emperador. Nadie, ni siquiera Mo Yang, sabía de dicha pieza. Era una regla implícita mantener la ubicación de éstas piezas un secreto, pues en manos equivocadas podrían llevar a la muerte de la familia entera.

Mo Yang no estaba en su palacio, así que Shen Lian se ahorró una búsqueda innecesaria y fue directo hacía el hogar del emperador. En el camino pasó a múltiples que se dirigían a las puertas o al palacio principal. Él recordó de repente que el protocolo indicaba que los soldados se dividieran: unos irían a defender al emperador y otros a vigilar la entrada.

Tenía al principito pegado del pecho, tan callado que su presencia pasaba desapercibida para cualquiera que no mirara fijamente. Con el caos que se había desatado, casi nadie le prestó atención cuando se deslizó a través de la gente para llegar al palacio. Tropezó, pero se mantuvo de pie para no herir a su hijo por accidente. Cuando encontró el primer cadáver, tuvo que detenerse unos segundos para procesar lo que estaba viendo.

La gravedad del asunto lo golpeó entonces. Ésto no era un ataque simple o una revuelta, se trataba de un ataque organizado cuyo único propósito era asesinar a tantos como fuera posible. Si se trataba de Shen Fu y sus aliados, existía una gran probabilidad de que él o Mo Yang estuvieran en mayor riesgo. Recordaba cuando Shen Fu lo golpeó, y aunque quería vengarse de su primo por atentar contra la vida del principito, ahora su mayor preocupación era asegurar a su familia.

Shen Lian se detuvo de golpe cuando una flecha pasó demasiado cerca de su rostro, rasgando la piel de su mejilla derecha hasta que salieron múltiples gotas de sangre. En solo un par de segundos, toda su mejilla estaba cubierto de un cálido y espeso líquido que únicamente podía ser sangre. Un chorro de humedad rojiza le empapó el cuello, derramándose desde su rostro como lluvia.

Shen Lian miró la dirección de la flecha, sus ojos arrastrándose por todo el techo hasta encontrar un rostro familiar. El mismo rostro que había soñado con golpear muchas veces.

—Hola, primo.

El joven Shen contuvo un gruñido animal que amenazó con salir cuando sus ojos se posaron sobre su insoportable primo. Lo odiaba con fuerza.

—Criatura maligna.

—Oh, eres adorable— dijo Shen Fu con una sonrisa maliciosa. —¿Ese es tu mocoso?

—Cállate— soltó un enojado Shen Lian, apretando el agarre sobre su hijo.

—¿Sigues molesto por el pequeño golpe? Pensé que te alegraría no haber muerto.

—Mi esposo va a matarte— advirtió el muchacho.

—Lo dudo mucho. Estará ocupado defendiendo a su tío, no creo que le importe venir a salvarte. Mientras él hace eso podemos divertirnos— Shen Fu sonrió. —Como familia.

La esposa del soberano. (BL)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz