6: Una boda que organizar.

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Dos días. Shen Lian no había visto al príncipe en dos días. Parte de él se preocupaba de haber alejado a Mo Yang con sus acciones. Pero en el fondo sólo se sentía dolido. El príncipe de seguro se había ofendido cuando él reaccionó de ese modo al unir sus manos. Shen Lian siempre se culpaba a sí mismo por las cosas que pasaban.

En la mañana fue llamado por el emperador para beber té juntos. Aunque le pareció extraño, las lecciones del consejero Xin le enseñaron que debía obedecer a todo lo que dijera el emperador. Shen Lian reía cada vez que recordaba la expresión escandalizada del consejero Xin cuando le habló del emperador refiriéndose a él como Tío Zhang. Jamás olvidaría ese día.

Shen Lian se dirigió hacia el salon principal, dónde Zhao Yuan le había indicado que el emperador recibía a sus invitados. No era el mismo lugar dónde había estado el primer día, pues el emperador no quería traerlee memorias desagradables de la vez que lo insultaron y su padre trató de golpearlo. Al joven en realidad no le importaba, pero no quería negarse a lo que decía el emperador.

Caminando por el palacio, Shen Lian no podía evitar avergonzarse de sus acciones desde que llegó al palacio. Tan sólo en las primeras horas demostró que era incapaz de protegerse, e incluso dejó que otro hombre lo defendiera como a una doncella en peligro. Luego incomodó al príncipe actuando de un modo extraño. Perdió toda la cara que le quedaba.

Cuando llegó al salón, se vio a sí mismo en la incómoda pero familiar situación de oír al emperador hablando con alguien. Le habría parecido cómico de no ser por la presencia de Mo Yang, quién se había quedado detrás de él sin ser notado hasta ese momento.

Shen Lian gritó. Se detuvo al notar la expresión de Mo Yang, indiferente como siempre. El sonrojo en sus mejillas podría ser notado desde una gran distancia.

—S-señor M-mo— tartamudeó con nerviosismo.

El joven Shen nunca olvidaría lo avergonzado que se sintió de su frágil y delicado carácter en ese momento, frente al príncipe y su rara muestra de emociones. Cada vez que se enfrentaba al príncipe, parecía que no le servía de nada ser el muchacho alegre y risueño de siempre.

Aunque no tenía nada que decir, abrió la boca y la cerró varias veces. Intentaba pensar en algún modo de disminuir la vergüenza que sentía.

Como un enviado del cielo, fue el emperador quién interrumpió aquel incómodo encuentro, gritándole a ambos que entraran al salón. Cortésmente, Shen Lian esperó a que Mo Yang entrara para luego seguirlo. Se imaginó que el consejero Xin estaría feliz de ver su actitud hacia un miembro de la familia real. No es que le importara mucho la opinión del viejo hombre, pero le gustaría sentir su aprobación al menos una vez.

Shen Lian luego se felicitaría a sí mismo por pretender con tanta pasión que no le importaba el mudo rechazo del príncipe cuando en realidad se sentía a punto de llorar con casa segundo que pasaba. Era como si los cielos hubieran decidido probarlo.

Dentro, el emperador había colocado una mesa en el centro del salón y varias sillas a su alrededor. Sentado en el centro, el emperador recibió a la pareja con una sonrisa.  Particularmente le sonrió a Shen Lian con más entusiasmo del usual.

—Ah, mi querido sobrino y su hermosa esposa— los recibió felizmente.

—Tío Zhang— saludó Shen Lian, sonrojándose al ser observado por Mo Yang.

—Ven aquí,  Ah-Lian.

Tanto sorprendido como emocionado por qué el emperador le hablara con tanta familiaridad, Shen Lian obedeció su orden como un cachorro alegre. Casi podías ver su cola agitándose.

La esposa del soberano. (BL)Where stories live. Discover now