Epílogo.

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» Hace diez años, un joven muchacho de ojos inocentes como un bebé conejo llegó al palacio infestado de hombres crueles y corazones vacíos. El joven no era nada especial; venía de un pequeño pueblo tan alejado que nunca había tenido contacto con otra persona que no fuera su madre o los animales del bosque cercano a su hogar.

La llegada del joven al palacio fue como sacudir un panal de abejas. Hubo desastres, confusión y mucha envidia hacia ese puro joven. Fue atacado por una mujer celosa dos veces, pero ella fue castigada de acuerdo a sus crímenes. El joven tuvo una estadía inestable. A veces parecía encontrar la más grande felicidades, y otras veces solo se sentía perdido. Alguien que vivió una vida humilde no se adaptó fácilmente a un lugar con tantos lujos.

En realidad, el joven estaba allí por una razón. Su Alteza el Emperador lo había invocado para que desposara al príncipe Mo, un hombre implacable que se había ganado su título a través de sangre y lágrimas.

Aquel joven no sabía mucho sobre quién sería su esposo. No más allá de lo poco que hablaban los guardias cuidandolo. Aún sin conocerlo, el joven supo que podía confiar en su prometido casi tan pronto como lo conoció. Puede que fuera una persona intimidante, pero había cierta suavidad en sus ojos. El joven no sabía que aquella suavidad solo iba dirigida a él.

El príncipe estaba enamorado. Aquel hombre cuyo corazón se rumoreaba era de piedra cayó ante la pureza en esos ojos oscuros que poseía su prometido. Cayó tanto como un hombre puede caer, hasta que finalmente alcanzó el más profundo nivel de afecto hacia el joven.

Después de su boda hubo una confesión. Ambos, el joven y el príncipe, admitieron que había amor entre ellos. Consumaron su matrimonio por primera vez sabiendo que cada latido de sus corazones era debido a la presencia del otro. El joven, tímido, aceptó las atenciones de su esposo con un sonrojo en sus mejillas. Emitió sonidos de placer que luego fueron vergonzosos para él.

De esa primera unión nació un niño. Primogénito del principe Mo.

El joven empezó a formar una familia entre las paredes del palacio. Con su esposo apoyándolo desde su lado, el joven logró lo que muchos consideraban una fantasía estúpida. Creó una familia Imperial que se amaba, y que no conspiraba a espaldas de los otros para tomar posesión del trono.

Desde su matrimonio, el Imperio se vio cubierto por una prosperidad y alegría que nunca antes había existido. El pueblo agradecía a Shen Lian por iluminar un palacio que antes no tenía calidez.

Ese joven fue…«

La lectura de Shen Lian se vio interrumpida cuando sus tres hijos, ahora adolescente, irrumpieron en su sala de lectura cubiertos de tierra. Cualquiera se habría sorprendido o preocupado, pero Shen Lian solo los miró con diversión. Conocía a sus hijos lo suficiente para saber que irían con Mo Yang si era algo realmente urgente.

Shen Lian dejó el libro que estaba leyendo, un libro de cuentos que había encontrado en una de sus visitas al pueblo. Le había parecido extraño cuando leyó el título de uno de los cuentos. "El joven que cambió a un príncipe". Después de leerlo, ahora no sabía reír o sentirse orgulloso de que la gente representara su historia de amor así.

Volviendo su atención al asunto presente, Shen Lian analizó el estado de sus hijos..

Mo Xian estaba limpio, lo cual no era sorpresa sabiendo que sus hermanos eran muy capaces de quitarse su propia ropa para cubrirlo. Mo Ting y Mo Tang…parecían haber rodado por el suelo.

—¿Qué les pasó?— preguntó Shen Lian con curiosidad.

—Madre…— hablaron Mo Ting y Mo Tang al mismo tiempo.

—Cállense— interrumpió Mo Xian.

—Si, A-Xian— dijeron los hermanos al unisono.

—¿Qué sucedió en realidad, niños?

—Madre— empezó Mo Xian con serenidad. —Mis tontos hermanos decidieron que debían proteger mi honor lanzandose a pelear con los guardias del principe heredero sureño.

Ah. Éste era un problema frecuente en el palacio desde que Zhao Leji, principe heredero declaró su intención de casarse con Mo Xian cuando el joven alcanzara la mayoría de edad. Ni Mo Yang ni sus hijos estaban de acuerdo con ésto, aunque Shen Lian siempre les decía que se mantuvieran fuera de asuntos que no eran de su incumbencia.

En realidad Shen Lian sabía (por espiar a su hijo) que Mo Xian tenía ciertos sentimientos hacia Zhao Leung. Era solo un afecto inocente, pero Shen Lian presentía que iba a evolucionar cuando crecieran. Aún eran jóvenes ambos, así que había tiempo en caso de que Zhao Leji cambiara de opinión.

Pero sus hermanos, los obstinados Mo Ting y Mo Tang, no entendía el mensaje.

—Niños, les dije que dejaran al príncipe Zhao en paz.

—Pero…

—Sin peros. Déjenlo tranquilo.

Mo Tang y Mo Ting fruncieron el ceño de inmediato.

—Pero el idiota dijo que A-Xian sería su esposo en varios años— se quejó Mo Tang, haciéndole un puchero a su madre.

—Hijo, debemos aliarnos con el Imperio Sur. No crear más problemas.

—Madre…

—Si ésta no es las última vez que discutimos por qué ustedes dos no dejan a su hermano lidiar con sus propios problemas, haré que se queden con Zhao Yuan por una semana.

Mo Ting y Mo Tang palidecieron al considerar la posibilidad de terminar viviendo con su iracundo tío. Murmuraron que no lo volverían a hacer antes de retirarse con un satisfecho Mo Xian siguiéndolos.

Shen Lian negó con la cabeza, una sonrisas apareciendo en sus labios mientras pensaba en lo celosos que eran sus hijos cuando se trataba de Mo Xian. Éstos niños de verdad eran traviesos…pero era feliz.

Después de tantos años, aún amaba cada día con su familia.

La esposa del soberano. (BL)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant