68: Una pelea impresionante. (y bastante tonta)

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Solo bastó con unos segundos de distracción para que Zhao Yuan sintiera el frío de una daga presionandose contra su cuello. En un parpadeo, se vio a sí mismo en una posición totalmente detestable, como rehén de los rebeldes. Odiaba ser visto como el débil, pero no podía hacer nada mientras el filo del metal seguía cerca de su cuello, a tan sólo un movimiento de acabar tanto su vida como la de su hijo nonato.

El rebelde que lo había sujetado apestaba a tierra y sangre, y el olfato sensible de Zhao Yuan hizo que sufriera de muchas náuseas. Se contuvo, para no revelar que estaba embarazado. Misma razón por la cual mantuvo un brazo enfrente de su estómago, ocultando el apenas notable bulto de su vientre. Su objetivo principal sería proteger al diminuto ser en su interior, incluso si debía arriesgarse a sí mismo.

Shen Fu empezó a aplaudir como loco cuando vio que uno de los rebeldes estaba llevando a Zhao Yuan hacia él. Mientras Shen Lian, Mo Yang y Antoine miraban preocupados, Zhao Yuan fue arrastrado hasta que lo lanzaron los pies del malicioso Shen Fu.

Zhao Yuan apretó los dientes para no soltar todas las maldiciones que se acumulaban detrás de sus labios. En ese instante sintió una ira inexplicablemente fuerte que no podía tolerar. Quería, más que nada, borrar esa asquerosa sonrisa del rostro de Shen Fu y verlo mendigar por el perdón. Aunque ahora no podía hacerlo, esperaba que se encargaran de él luego.

Las risas de Shen Fu sonaron demasiado irritantes en los oídos del fácilmente enojado Zhao Yuan. Para él, todo aquello no relacionado con su trabajo como sirviente o su cariño hacia Shen Lian por ser una especie de hermano mayor era irritante hasta cierto grado. Ni siquiera Antoine, su actual pareja, estaba exento de parecer una molestia a los ojos del irritable sirviente. Ahora, si se veía la personalidad de Zhao Yuan como agresiva en general, estando en una situación tan estresando como aquella, con las hormonas del embarazo empezando a afectar sus pensamientos, estar cerca de él era una decisión bastante cuestionable.

Pero ya que Shen Fu no era consciente de ésto, simplemente observó a Zhao Yuan como si fuera una decepción. Él quería a Shen Lian… pero bueno, pensó, su sirviente también valía algo. En términos de estrategia, no se preocuparía por el príncipe atacandolo gracias al rehén.

Dicho rehén realmente empezaba a enojarse.

—¡Shen Lian!— canturreó Shen Fu riendo. —¡Tengo a tu sirviente! ¡¿Qué harás ahora?!

El más joven se negó a responder ante la clara provocación de su primo. Mostrar alguna reacción solo lo alentaría a seguir burlándose de los demás.

Fastidiado de no obtener respuesta, Shen Fu decidió que podría divertirse un poco con su única víctima hasta el momento. Miró a Zhao Yuan con una sonrisa maliciosa en los labios, que solo creció al ver un destello de preocupación en los ojos de su muy adorable e inocente primo. Sin consideración, lo jaló del cabello para poder colocar una daga en su cuello.

Zhao Yuan empezó a recitar mentalmente los caracteres del alfabeto en un débil intento de no soltar maldiciones hacia Shen Fu. Era difícil, en especial cuando todos sus instintos le indicaban que la mejor opción era atacar a golpes al villano. Su estado actual solo le permitía quedarse quieto como un dócil rehén en lugar de defenderse a sí mismo.

—¿Debería matarlo?— cuestionó Shen Fu con una mueca infantil en sus labios. —Me gustaría ver cómo se desangra mientras lloras y gimoteas, Shen Lian. Imagino que te dolería ¿no? Ver a tu pequeño sirviente muriendo. Sería tan memorable.

¿A quién estás amenazando? ¿Eres estúpido? Ahora Zhao Yuan realmente estaba esperando una oportunidad para golpear a Shen Fu.

Mo Yang se aprovechó de que Shen Fu parecía más interesado en molestar a su primo que en matar a Zhao Yuan, y empezó a desenrollar su látigo en completo silencio. La rústica superficie de cuero se sentía familiar; había pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuvo involucrado en un enfrentamiento verdadero. Ya podía sentir ese peculiar cosquilleo en sus miembros, ese deseo de pelear que durante muchos años había sido su única motivación. Había una razón por la que su ropa era del más profundo tono escarlata. Al principio fue blanca, pero la ordenó que la oscurecieran cada vez que salía victorioso de una batalla, hasta que alcanzó ese tono.

La distancia era suficiente para sujetar el pie de Shen Fu con su látigo y darle a Zhao Yuan la oportunidad de liberarse de la daga cercana a su cuello. Visualmente, Mo Yang hizo los cálculos y sopesó las probabilidades. Podría funcionar, aunque el más mínimo tal vez afectaría a Zhao Yuan.

Sin darse tiempo a dudar, el príncipe extendió su brazo y balanceó su látigo hacia arriba, exitosamente rodeando los pies de Shen Fu. Al perder su equilibrio, Shen Fu intentó sujetarse utilizando los brazos, por lo que soltó su agarre sobre Zhao Yuan casi de inmediato. El sirviente se alejó, no sin antes darle una patada con demasiada fuerza a Shen Fu.

Zhao Yuan se las arregló para descender desde el techo y regresar a su grupo. Fue recibido por los brazos abiertos de Shen Lian, quién lo abrazó con mucha fuerza antes de abrirle paso al médico. Antoine lo abrazó con mayor entusiasmo, enterrando su cabeza en los rizos castaños del pequeño sirviente hasta inhalar su aroma. Zhao Yuan sonrió, aunque él gesto fue demasiado leve para que Antoine se diera cuenta sin dejar de abrazarlo.

El médico, siempre atento, revisó el abdomen de Zhao Yuan por encima de la ropa y se aseguró de que su hijo todavía estuviera en un perfecto estado. Dejó salir un suspiro aliviado al no sentir ninguna irregularidad o tensión en el abdomen de Zhao Yuan, además de no recibir ninguna reacción cuando presionó el área en que se desarrollaba su bebé. Zhao Yuan también se mostró aliviado, pero su expresión rápidamente cambió a una de ira cuyo receptor era Shen Fu.

Tras la caída de su líder, los rebeldes dudaron demasiado sobre qué hacer a continuación. Aquello fue aprovechado por Mo Yang, quien volvió a utilizar su látigo para mantenerlos a raya. Todos se tambalearon por temor a ser azotados. El látigo de Mo Yang no estaba hecho solo de cuero, pues en ciertas áreas tenía protuberancias filosas de metal que, mezcladas con el ardor causado debido al cuero, generaban un dolor insoportable en aquellos que recibían el impacto.

Por cuenta propia Mo Yang terminó incapacitando a la mitad de los rebeldes sin derramar ni una gota de sudor. Imperturbable, regresó el látigo a su lugar anterior. Luego lo negaría, pero una pequeña sonrisa creció en sus labios. Dejó a los rebeldes caerse antes de sacar su espada y adoptar la postura de ataque, la cual era muy diferente a la de defensa.

Mo Yang derrotó a todos los rebeldes en menos de un minuto, sus túnicas rojas ondeando contra el viento. Shen Lian no pudo evitar reírse al presenciar de cerca la teatralidad con la que peleaba su esposo. Cada movimiento era necesario, pero de lejos parecía exagerar demasiado. Verlo pelear era más como ver a un bailarín desplazándose por el escenario, pues el campo de batalla era su dominio.

La pelea fue corta, dramática y muy poco interesante, ya que Mo Yang acabó con todo el escuadrón de rebeldes rápidamente. Desde su posición, Shen Fu empezó a preocuparse cuando vio cómo sus hombros caían uno a uno.

Shen Fu trató de huir tras notar su desventaja. Sin embargo, fue detenido por una piedra que le dió directo en la cabeza, dejándolo inconsciente de manera efectiva. Zhao Yuan sonrió orgullosamente, acariciando su brazo para aliviar la tensión que requirió para hacer un lanzamiento tan largo.

Los cuatro amigos intercambiaron una sonrisa aliviado, aunque ésta se convirtió en múltiples carcajadas cuando captaron a Shen Fu desmayado en el suelo. Mo Yang fue el único que decidió acercarse para esposarlo, ganándose más risas debido a que arrastró el cuerpo de Shen Fu como si fuera un costal. Lo dejó amarrado fuertemente antes de regresar a su grupo.

Mo Yang besó a Shen Lian. El joven se ruborizó de inmediato, más no presentó ninguna queja.

A un lado, Antoine pensó que él también podría obtener algo de afecto de su esposa. Claro que Zhao Yuan lo amenazó en un susurro si se atrevía a besarlo frente a tanta gente, así que Antoine tuvo que conformarse con darle un beso en la frente. Aunque lo negaría fervientemente, Zhao Yuan sí se sonrojó.

Con eso terminó la invasión de los rebeldes. Al tener a Shen Fu, regresaron al palacio y le dieron la noticia al emperador. Tras transmitir la información de que Shen Fu había caído, los rebeldes pronto se retiraron. No llegaron lejos, pues las tropas del área sureña estaban esperándolos a las afueras de la capital. Todo se resolvió en el transcurso de dos días. Las amenazas cesaron.

Y Qi Wei fue encerrada en el calabozo del palacio. Dónde varios días después pidió hablar con Shen Lian.

Para sorpresa de todos, Shen Lian accedió.

La esposa del soberano. (BL)Where stories live. Discover now