Capítulo 4

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El día no ha empezado lo que puede decirse bien.

El despertador ha decidido no sonar, o quizás es que ella anoche acabó tan tarde la videollamada con sus amigas de la universidad, que se le olvidó activarlo.

Lo que es cierto es que ha tenido que ser su madre la que, algo asustada, se ha asomado a su habitación para comprobar si se encontraba bien o si, de lo contrario, hoy no tenía prácticas.

Además, aún resuena en su cabeza la bronca entre su padre y su hermano, que empezó por la noche, en la que tuvo que mediar su madre, y que parece que ha continuado con más intensidad con el comienzo de un nuevo día.

La larga lista de suspensos que lleva a su espalda Álvaro este trimestre, es el tema central de casi todas las discusiones en casa.

No se lo ha dicho a sus padres, pero odia que la pongan de ejemplo en relación a los estudios, porque eso provoca que Álvaro esté de malhumor también con ella.

No lo puede evitar, es superior a ella y aún de camino al atelier, no puede parar de darle vueltas a la cabeza buscando una manera de rebajar la tensión en casa y que Álvaro no se aleje más de ese niño travieso y cariñoso que siempre ha llenado la casa de risas.

No sabe muy bien el qué, pero tiene que haber algo que ella pueda hacer.

Va tan concentrada en su diálogo interno, que apenas es consciente de su alrededor cuando entra en "Bruixa" y se lleva un golpe de realidad cuando su cuerpo impacta con otro.

- ¿Te he quemado?-pregunta Marta después del primer momento de bloqueo después de que el cuerpo de Luna y su café se hayan chocado.

- No, no, estoy bien-se apresura a negar con la cabeza rápidamente-Perdón, ha sido culpa mía que no iba mirando. Te preparo otro ahora- se ofrece haciendo amago de coger la taza que aún sostiene la chica sin pararse a comprobar si su improvisado look ha sufrido algún desperfecto.

- Ni se te ocurra- niega retirando el brazo para que Luna no atrape su taza- Corre al despacho que Aitana quería comentarte algo- avisa- Siento mucho el estropicio- alude a la mancha que luce ahora en el abrigo de Luna y en la que Marta sí ha reparado.

Luna apresura sus pasos hacia el despacho, mientras se quita ese abrigo, anotando a su lista mental de tareas por hacer pedir un milagro para que la prenda vuelva a su estado original. Pero ahora desde luego, esa no es su prioridad, su prioridad es no defraudar a Aitana.

- ¡Qué bien hueles!- señala con una media sonrisa reparando en el olor a café.

- Perdón, he tenido un pequeño accidente al entrar- responde no pudiendo evitar disculparse por el retraso con el que empieza el día mientras deja sus pertenencias sobre una de las mesas del despacho.

- No te preocupes, solo estaba echando un ojo a la colección que has digitalizado- resta importancia a ese incidente aprovechando para introducir un tema que lleva pensando un par de días- Tráete la silla aquí, quiero enseñarte algo- le pide señalando el hueco que queda justo a su lado sin despegar la vista de la pantalla del ordenador.

- ¿Ahí?- pregunta de nuevo Luna para asegurarse.

Pues si bien Aitana siempre se ha mostrado muy cercana con ella desde que ha comenzado las prácticas, también es cierto que a ella le sigue imponiendo tener a la que es para ella todo un referente de la moda al lado.

- Sí, aquí- se reafirma Aitana con una curva en los labios por la humildad que le produce su becaria- Sino no vas a ver la pantalla del ordenador.

- Sísí, claro- se apresura a contestar mientras termina de acometer la tarea que le ha mandado- Dime- dice en señal de estar ya lista.

- ¿No sientes que es muy lo mismo?- cuestiona mientras desliza por la pantalla toda la colección.

El destino no siempre está escrito en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora