Capítulo 36

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Planificar una sorpresa siempre conlleva cierto grado de entusiasmo y eso es lo que ambos sienten mientras se dirigen al trabajo de Alba, que no sabe nada de lo Luna ha planeado.

Lo del suegro de Laia al final fue un pequeño susto que al día siguiente le permitió volver a su casa de la sierra. Y, aunque Alba demostró bastante flexibilidad ante el imprevisto de que el novio de su hermana al final no fuera a esa merienda, Luna teme que surja cualquier otra cosa.

Además, a Alba siempre le han encantado las sorpresas y muere de ganas al imaginar el gesto de su hermana cuando se les encuentre.

Por eso, no dudó en el momento en el que propuso a Martín ir de sorpresa al acuario en el que trabaja Alba.

- Me has dicho que sabe mucho del mundo marino, es presumida y últimamente se ha aficionado a las novelas turcas, ¿no?- hace un repaso mental de todo lo que Luna le ha contado que le gusta a su hermana.

- También le gustan los chicos guapos, así que no tienes de qué preocuparte- le vacila riendo dándole un golpe con su cadera.

- Pues ojalá de verdad sirviera con eso- responde pensativo- porque creo que solo me puedo medio defender con el mundo marino- expone preocupado haciendo que a Luna se le escape una carcajada.

- Martín- llama su atención cogiendo su mano y parando sus pasos todavía a un par de calles del acuario- Esto no es un examen, sé cómo eres y ya está- expone con simpleza- No tienes que forzar nada para caerle bien a nadie y tampoco tienes que caerle bien a todo el mundo- explica intentando tranquilizarle.

Martín no siente que ese cosquilleo en el estómago disminuya, pero sí le invade un impulso voraz de atrapar entre sus labios los de Luna mientras deja una suave caricia en su mejilla.

- Eres la mejor, bichillo- susurra sobre sus labios curvándolos en una sonrisa.

- El domingo te tocará templar a ti mis nervios- admite por la encrucijada en la que la metió Lía el fin de semana pasado casi sin haberlo planeado.

- Ya conoces a todos. Bueno, te falta Samuel pero es el más normal de todos- ríe Martín restando importancia.

- Ya, pero no es lo mismo ver a tu madre en el trabajo que en su casa- admite a la par que le da un vuelco al estómago, pues es esa su mayor preocupación.

- ¿Vas a presentarte como mi novia oficialmente?- pregunta Martín enarcando sus cejas.

- ¡Ay, calla!- reacciona sonrojada solo de pensarlo dejando un suave golpe en el brazo de Martín.

- Me va a costar disimular si solo quieres ser mi amiga- bromea rodeándola por la espalda empezando a dejar suaves besos por su cuello caminando agarrado a ella.

- Para, Martín, va- se retuerce riendo- Para, que nos está mirando la gente- le pide avergonzada por sentirse el centro de atención consiguiendo que Martín vuelva a caminar a su lado entrelazando sus dedos.

- Ahora estoy menos nervioso- se defiende el chico al llegar a la puerta del acuario.

- Anda, vamos- tira de su mano Luna hacia las taquillas.

La chica de la taquilla saluda a Luna con familiaridad y, por la conversación entre ambas, Martín deduce que se conocen bastante por las veces que su novia va a buscar a su hermana.

El mundo marino no es algo que le haya llamado nunca demasiado la atención, pero enseguida se contagia del entusiasmo de Luna tirando de su mano enseñándole sus peces favoritos.

Aunque parezca lo contrario, por la ilusión que desprende explicando cada detalle a Martin, Luna mira a su alrededor esperando encontrar a Alba en uno de esos pasillos.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now