Capítulo 23

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El ruido de la cerradura de la puerta le pone en alerta activando sus sentidos.

Está cansado, le duele ligeramente la cabeza, siente el tacto suave de una pierna sobre la suya. Abre los ojos y poco a poco recuerda todo: Delia, el alcohol, esa divertida sugerencia, las risas y...

- ¡Buenos días!- reconoce la voz de su hermana.

- ¡Me cago en mi vida!- se queja levantándose de golpe despertando con su movimiento a Delia.

- ¿Qué pasa?- cuestiona empezando a estirarse en la cama dejando con sus movimientos que un pecho se descubra, obligando a Martín a desviar su vista mientras se pone un pantalón y controla sus impulsos de empezar a colocar esa ropa que dejaron por el suelo a su paso anoche.

- Vete vistiendo- le pide sin apenas mirarla.

- Martín, ¿estás despierto?- escuchan ambos esa voz femenina al otro lado de la pared.

- ¿No vivías solo?- pregunta esta vez más alarmada Delia.

- Sí, es mi hermana- responde mientras sale a toda prisa de la habitación sin dar más explicación- ¿Se puede saber qué haces?- pregunta malhumorado a una Lía sonriente.

- Solo venía a desayunar con mi hermanito- sentencia sentándose en la isla de la cocina.

- Ni de coña, tú te largas- le pide más serio que de costumbre para su sorpresa.

- ¿Desde cuándo tus ligues están por delante de mí?- reacciona jugando su golpe maestro.

- Sabes que eso no es así- niega- pero no puedes venir aquí así- intenta hacerla entender.

Lía siempre tiene respuesta para todo y, por un momento, parece que va a hacer amago de hablar y disculparse. Pero lo cierto, es que es plenamente consciente de que lo que acaba de hacer no tiene sentido alguno o, al menos, no puede desvelar tan pronto el sentido que tiene en su cabeza.

- ¿No eras tú la que querías pillarme con alguien?- cuestiona ante el mutismo de Lía- Pues enhorabuena- la felicita irónico.

- Pues ya podría ser otra- escupe sin pensar.

- ¿Qué?- reacciona incrédulo.

Justo cuando Lía va a hablar, la puerta del dormitorio se abre de nuevo mostrando a una pudorosa Delia cubierta por la camisa que Martín llevaba anoche.

- Perdonad- interrumpe sonrojada- ¿no tendrás nada que me pueda poner? Solo tengo un vestido de fiesta- se da cuenta.

Martín no había sopesado esa posibilidad y piensa a mil por hora intentando dar una solución que su cerebro no encuentra.

- Armario de la izquierda, último cajón- resuelve Lía recibiendo la mirada de ambos- ¿Qué?- reacciona encogiendo sus hombros- Además de pijama tengo algo de ropa para emergencias- explica.

- Gracias- murmura una Delia apurada cerrando de nuevo la puerta.

- ¿Quieres café?- pregunta Lía acercándose a la cafetera- Sí, te servirá para la resaca- resuelve sin esperar la respuesta de su hermano, dejándole claro que hoy piensa desayunar con él.

El silencio se instala entre ellos mientras Delia no sabe si agradece o detesta la presencia de la hermana de Martín en su casa.

Ambos saben que tienen que hablar, ambos tienen reproches que hacer al otro. Pero ambos son conscientes de que no pueden empezar ese duelo hasta que no estén solos.

Delia no tarda en salir envuelta en una timidez impropia de ella y, a pesar de que Martín intenta que la situación no sea demasiado tensa, la chica se va sin desayunar prometiendo enviar de vuelta esa ropa prestada.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now