Capítulo 9

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"Está bien" es lo único que dice Aitana mirando el proyecto que Luna acaba de presentar. Ni más ni menos, pero Luna sabe que ha metido la pata y que en la mirada de Aitana se lee desilusión y decepción.

El proyecto que Luna ha presentado está bien. Ha sabido aunar varios detalles de pasadas colecciones con tendencias más actuales, pero Aitana buscaba algo distinto y lo que tiene delante podría haber sido un vestido de su anterior colección.

Está claro que Luna tiene un gusto exquisito y que ha hecho caso a los consejos de Agoney sobre las telas, pero el vestido sigue sin transmitir nada por muy correcto que esté.

Luna traga saliva y su mirada cae a sus piernas, que inevitablemente se mueven incesantes debajo de la mesa y le tiemblan tanto que aunque lo que más quiere es salir corriendo, está segura de que no responderían.

Lleva días tachando una y otra vez en una libreta las palabras para presentar el diseño que Aitana le había encargado. Fue la última en irse a dormir en su casa, después de un abrazo fuerte de su padre que se desveló de madrugada y se sorprendió al ver aún luz de la habitación de su hija. También ha sido la primera en levantarse, pero por lo visto no ha servido de nada.

Su trabajo es mediocre y está muy alejado de lo que Aitana quería. Apenas presta atención al resto de la reunión porque está ocupada sacándole fallos a su trabajo y porque son asuntos en los que no tiene ni voz ni voto.

Apenas se da cuenta de que casi todos han salido ya hasta que Aitana le pide que vayan juntas a su despacho con una sonrisa maternal y dejando una caricia en su brazo.

No ha pasado desapercibida para ella que desde que Luna presentó el proyecto ha estado completamente ausente. Siente que han sido sus palabras las que han herido la ilusión de la joven y eso le deja un sabor amargo.

No pretende ser Miranda Priestly en "El diablo viste de Prada", pero tampoco va a incluir cualquier diseño en su colección. Además, está segura de que Luna puede hacerlo mejor, no sabe por qué, pero lo sabe. Solo tiene que encontrar la manera adecuada de decírselo sin pisotear todos sus sueños.

Aitana la guía hasta la mesa grande en la que Luna suele trabajar. Luna trata de recoger lo que queda en la mesa rápidamente mientras Aitana toma asiento en la cabecera.

- ¿Te acuerdas de cuando te hice la entrevista y me enseñaste tu bloc?-pregunta para buscar su atención en un tono de voz que sorprende a Luna pues no hay rastro de enfado.

Luna asiente levemente con la cabeza. Es una de sus posesiones materiales más preciadas y uno de los momentos en los que más nervios ha pasado. No podría olvidarlo.

- Pues no te veo representada aquí-se encoge de hombros observando de nuevo el dossier de Luna- A mí me gustó aquello. Esto está bien, está correcto, pero la idea era salirse un poco de lo de siempre- intenta hacerle ver dónde está el error- El detalle del corpiño me gusta mucho-indica sincera- pero lo demás... Vamos a hacer una cosa, ¿vale?-le propone acariciando su mano para que se tranquilice- Aún tenemos tiempo- expone no queriendo añadir presión a la mochila que la chica carga a sus espaldas, pues aún recuerda las inseguridades que le acompañaban cuando ella tenía la edad de Luna- Voy a irme unos días de viaje, así que puedes trabajar aquí tranquila, darle una vuelta.

Luna asiente con suavidad con la cabeza mientras siente que el pecho le tiembla por retener el sollozo que la empieza a ahogar. Consigue mantenerse firme con el labio temblándole esperando que el mal rato que está pasando no se le note.

A Aitana le provoca ternura que Luna esté aguantando estoicamente que las lágrimas de su mirada no se derramen por sus mejillas.

Sabe perfectamente lo que esas lágrimas significan por experiencia propia. No es debilidad, es frustración y la sensación de no haber llegado a pesar de haberte esforzado. Y aunque Luna ni se lo imagina, le duele un mundo ser en parte la causante de ellas.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now