Capítulo 18

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Martín abraza con fuerza a su madre, a la que le brilla tanto la mirada que no puede evitar que una lágrima recorra su rostro.

Es un premio, solo un premio, pero también es la forma de reconocer todo el trabajo y esfuerzo en el que temporada tras temporada su equipo se deja la piel.

- Estoy muy orgulloso de ti-susurra Martín sonriendo aún con ella entre sus brazos.

Cuando se separan, sus miradas se cruzan y acaricia con mimo su mejilla.

Martín y el atelier han creciendo casi al mismo tiempo y aún recuerda aquellos días en los que se pasaban horas encerrados en aquel mismo despacho cuando Martín apenas tenía unos meses de vida y sentía que los horas no daban de sí.

Todo lo que han vivido les ha llevado hasta este punto y no se arrepiente de nada. Ni siquiera de cuando pensó que estaban ellos dos y Laia solos en el mundo, porque, en realidad, jamás ha sido así.

Fueron cuatro años complicados, Luis no estaba, aunque ahora, jamás podría recriminar esa ausencia que les marcó a todos. Pero desde luego, no estaban solos.

Es muy consciente que sus amigos, su cuñada incluso su suegra estuvieron sosteniéndola en todo momento a pesar de las circunstancias. Y sin esa ayuda, su sueño de sacar adelante "Bruixa" posiblemente se hubiera quedado simplemente en eso, un sueño.

Marta bromea para no romper a llorar, diluyendo sin saberlo ese halo nostálgico que se estaba apoderando de los pensamientos de Aitana. Siempre ha estado mano a mano con ella y parte de ese premio es también suyo.

- Voy a avisar a Agoney y traigo una sorpresita-les guiña un ojo antes de dirigirse hacia la puerta.

Marta sale directa a por esa botella de champán que confiesa tener escondida desde el día que se hizo pública la nominación para celebrar el premio. Tenía clarísimo que ese premio tenía el nombre de su amiga.

Entra seguida por Agoney, que se acerca al mueble a buscar las copas, mientras Marta empieza a descorchar la botella.

Martín mira alrededor en busca de la persona con la que le gustaría compartir la alegría que siente ahora mismo, pero no hay ni rastro de Luna, a la que le quiere invitar a esa comida que tienen pendiente con la excusa de celebrar el reconocimiento que va a recibir su madre.

- ¿No esperamos a Luna?-se atreve a preguntar cuando Agoney le tiende una copa.

Puede que Luna solo sea una estudiante de prácticas, pero es actualmente la mano derecha de Aitana, la sombra que trabaja en la parte de atrás y, por la mirada de admiración que vio en ella el otro día, posiblemente una de las personas que más se alegre de este logro.

- No está aquí- le salva de su error su madre- Se ha tenido que ir porque no se encontraba bien, la pobre llevaba un carita-le explica acariciándole la espalda.

- ¿Qué le pasaba?-pregunta precipitadamente.

- Decía que estaba bien, pero casi se nos desploma aquí mismo-asegura Marta con esa naturalidad innata en ella sirviéndose una copa.

- ¿Y se ha ido en coche sola?-cuestiona Martín algo alarmado.

- Pues claro que no, hijo-esboza una media sonrisa Aitana para tranquilizarle- Han venido a buscarla- aclara algo que aunque en su mente era obvio para su hijo no parecía serlo tanto.

Martín asiente levemente con la cabeza e inmediatamente un nombre cruza su cabeza a toda velocidad.

- Haz los honores, jefa-rompe su hilo de pensamiento Marta alzando la copa esperando las palabras de Aitana, que apenas consigue hilar dos frases por la emoción contenida.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now