Capítulo 6

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Lleva toda la mañana con dolor de cabeza. No es una persona que esté acostumbrada al fracaso, o al menos no en el ámbito profesional.

Las matemáticas son exactas, no necesitan interpretación y fue precisamente por eso por lo que siempre le atrajeron tanto. No guardan una cara oculta o una doble intención.

La informática es igual, ya que su lenguaje está en clave de números binarios. Por eso no entiende cuál es el fallo según ese cliente poco satisfecho al que visitó ayer.

Definitivamente necesita un café o, de lo contrario y gracias a lo poco que ha dormido, terminará por echar abajo el sistema informático de "Bruixa" o algo parecido.

Al entrar en el despacho de su madre, no encuentra a Aitana. Es Luna la que intermitentemente dirige su mirada de la pantalla del ordenador a un folio donde traza líneas con grandes esfuerzos que se reflejan en las muecas graciosas que inconsciente hace con sus labios. Muecas, que dibujan también una discreta sonrisa en los labios de Martín.

-No te molesto nada- anuncia en voz baja mientras avanza tras haber estado contemplándola varios segundos sin que ella se diera cuenta.

-Tranquilo, es el despacho de tu madre, supongo que tienes más derecho que nadie- responde haciéndole ver que ya ha descubierto su "secreto" a pesar de que no parece haber reproche en su voz.

-Quizás debería habértelo dicho- reacciona frenando sus pasos empezando a rascar su nuca como si así fuera a dejar salir buenas ideas de su cabeza- No sé...- habla por primera vez desde que Luna le conoce con verdadera inseguridad- No quería que me trataras diferente- confiesa ese miedo que ha tenido con ella no sabe muy bien por qué.

Lo cierto es que hasta ahora nunca ha tenido ningún problema con que todos supieran que su madre es Aitana Ocaña. Es más, siempre ha sido un orgullo que ha llevado por bandera.

Luna no puede evitar que su sonrisa innata se ensanche ante esa versión de Martín algo más humana y menos perfecta.

-Simplemente ahora entiendo mejor muchas cosas- resta importancia- y te agradezco aún más que no te hayas chivado a tu madre de mis cagadas- agradece en un tono más jocoso.

El gesto de Martín se relaja ante las palabras de la joven y es entonces cuando es capaz de retomar la tarea que le había traído hasta el despacho.

-Tengo hermanas, sé que ser un chivato nunca es una buena opción- sigue la conversación mientras, además de su taza con el asa rota que debe renovar, coge la taza de peces que sabe que es de Luna.

-Te entiendo- le da la razón la chica conteniendo una carcajada intentando seguir dibujando ese boceto a pesar de tener gran parte de sus sentidos en esa conversación con Martín.

-¿Hermana mayor o pequeña?- se atreve a preguntar él cuando ya ha activado la cafetera.

Luna levanta la vista del folio y se queda pensando unos segundos. Esa pregunta, a pesar de lo sencilla que parece, es muy complicada.

-Supongo que en la práctica hermana mayor- termina por contestar encogiendo ligeramente sus hombros- O eso dice todo el mundo- añade haciendo suyo ese argumento que escuchaba decir a medida que ha ido creciendo- ¿Tú?- le devuelve a pregunta a Martín.

-Es un poco complicado, pero también mayor, o eso se supone- responde a la vez que posa la taza de Luna en la mesa que está sentada- Solo largo.

Luna no puede ocultar su sorpresa al ver que Martín recuerda cómo le gusta tomar el café.

-Gracias. No hacía falta- señala a pesar de llevarse en ese mismo instante la taza a los labios.

-No me costaba nada- resta importancia Martín justo antes de empezar a hacer malabares con su taza de café y que esta termine estrellándose contra el suelo- ¡Joder!- se queja sorprendiendo con su reacción más visceral a Luna.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now