Capítulo 27

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Está en una nube. Las ideas, las emociones y sus sensaciones pasan por ella y la atraviesan sin ningún control, necesita relajarse. Aunque resulta complicado cuando le han dado una noticia tan significativa en su vida.

Luna espera a que sus padres lleguen a casa poniendo orden en su costurero, o al menos intentándolo. Va a firmar un papel que supone un compromiso a largo plazo y supone que se espera de ella más profesionalidad que ahora, no quiere dejar ningún cabo suelto. Un punto en el que debe mejorar es que debería empezar a ser más ordenada.

La mirada de orgullo de sus padres no se le va a olvidar nunca. Es un paso pequeño y probablemente apenas sean unas horas a la semana, pero el contrato que le ha ofrecido Aitana puede ser considerado su primer trabajo en el mundo de la moda más allá de sus proyectos personales. Meter un pie en la industria de la moda tan pronto no deja de parecerle un sueño cumplido.

Incluso Álvaro parece ser consciente de todo lo que supone para ella cuando la abraza al contar la noticia, como si en ese momento solo importara eso.

Aunque su plan inicial era quedar con Martín por la tarde, no quiere ni puede renunciar a pasar lo que queda de tarde los cuatro juntos. No puede dejar pasar la oportunidad antes de que Álvaro vuelva a encerrarse en su cuarto y vuelva a ser el extraño enfadado con el mundo de los últimos meses.

Es mágico lo bien que puede hacer sentir un juego de mesa, un bol de palomitas y otro de frutos secos, como los domingos de invierno de cuando eran pequeños. Luna busca cómplice la mirada de Álvaro para que sea de su equipo y es imposible borrar la sonrisa de su rostro.

Por muy feliz que esté ella, no puede imaginarse la ilusión que ese pequeño momento provoca en sus padres, que cruzan una mirada recordando cuando sus hijos eran pequeños y cualquier problema podía solucionarse con unos mimos y cosquillas de más.

Pedro asegura que ese primer paso es un momento importante que celebrar y propone hacer algo especial el sábado que incluya también a Alba.

- Para poder subastarlo cuando te hagas famosa y ya no tengas tiempo ni de venir a vernos a mamá y a mí- bromea pidiéndole que firme el primer trozo de papel que encuentra.

- No va a pasar ni lo uno ni lo otro- asegura riendo a pesar de acabar estampando en el papel las letras con las que firma sus creaciones.

Después de cenar, parece que Álvaro ha tenido suficiente día familiar y vuelve a la habitación sin que nadie haga ningún comentario. La tarde de hoy quizá también sea un primer paso para él.

Luna, por su parte, se acomoda en el sofá entre sus padres apoyada en el hombro de Ainara para ver una película. No siempre se permite esos momentos de cierta vulnerabilidad en los que solo se siente una niña pero, sin duda, se empapa del aroma de su madre y de las suaves cosquillas que de vez en cuando deja su padre sobre su cuerpo.

Ya en la habitación vuelve a pedirle perdón a Martín vía mensaje. Le repite de todas las formas que sabe que desde luego no está enfadado con ella, pero Luna no puede evitar sentir ese vértigo ante la posibilidad de que el chico se retracte y su primer beso se convierta en el único.

Por eso, propone a Martín quedar a desayunar como compensación, iniciando una conversación en la que una sonrisa tonta curva sus labios hasta bien entrada la noche.

No son muchas las horas que finalmente ha dormido, pero eso no borra la sonrisa con la que se levanta.

Tiene un auténtico debate interno frente al armario y termina pidiendo ayuda a su madre para hacerse una trenza que recoja toda su melena.

Acaba mirándose al espejo algo más satisfecha. Solo le cuesta un par de minutos más, un abrazo y varios besos compensar a su padre por rechazar el desayuno que con tanto cariño prepara cada día para todos.

El destino no siempre está escrito en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora