Capítulo 10

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Solo por la sonrisa llena de ilusión que invade la mirada de Luna, a Martín ya le parece que esa excursión al Museo del Traje ha valido la pena.

Luna parece una niña pequeña en un parque de atracciones por primera vez. Es increíble verla maravillada frente a las vitrinas con la boca media abierta agarrada a los tirantes de su mochila.

Martín se conoce esos pasillos casi de memoria. Recuerda a la perfección cómo su madre le llevaba con ella cuando estaba algo bloqueada. Sin duda, para ella no debió ser fácil esa etapa de su vida en la que le tuvo que sacar adelante sola aunque, visto desde otro lado, eso les sirvió para crear un vínculo muy especial entre ellos.

Le encantaba cuando su madre casi haciendo malabares le llevaba al atelier o le dejaba corretear por el museo mientras ella le contaba la historia de cada vestido. Escuchar de sus labios esas historias que no llegaba a entender entonces, era maravilloso porque siempre es increíble escuchar a alguien hablar de lo que más le gusta.

Espera que esa visita tenga el mismo efecto sobre Luna que el que solía tener en su madre.

Martín, haciendo memoria de esos episodios de su infancia, se atreve a hacer algún comentario sobre los diseños que Luna contempla entusiasmada por poder ver en persona todo eso que ha estudiado en los libros.

Por lo que le cuenta, era una visita que solía hacerse en el primer año de carrera pero estuvo cerrado por obras casi un año y al final ha alargado el momento de ir tanto que se le ha olvidado hacerlo. Es por eso que una parte de Martín se enorgullece de haber ayudado a tachar una cosa de su lista de cosas pendientes.

Luna gesticula y le explica ilusionada cosas algo más técnicas que no termina de comprender sobre pespuntes y bordados, pero sonríe divertido por cómo mueve las manos visiblemente emocionada. La misma emoción que leía en su madre de pequeño.

Por suerte, cuando salen del museo, a Luna no le es difícil convencer a Martín de que se tomen algo en una cafetería que ha visto cerca de donde han dejado el coche y así compensarle por esa visita que ha resultado muy esperanzadora.

-Había un montón de exposiciones nuevas- cuenta aún con emoción en su tono de voz-Solo había venido una vez, justo antes de decidir que quería dedicarme a esto-le explica Luna cuando salen del edificio.

-¿Qué querías ser antes?-se interesa Martín.

-De todo- admite sin poder contener una pequeña carcajada al recordar lo inquieta que fue siempre- Desde arqueóloga hasta mecánica. Pero mi sueño frustrado es ser repostera-dice con una media sonrisa recordando los mil desastres que ha preparado en la cocina- En realidad se me da fatal- confiesa- pero es algo que me gustaría hacer bien. ¿Tú qué querías ser de pequeño?-pregunta sujetando la puerta de la cafetería para que Martín entre.

-Astronauta-contesta convencido- Aunque al final, teniendo en cuenta el porcentaje ridículo de personas que consiguen trabajar en la NASA, después de mil pruebas, pensé que era demasiado improbable poder acabar trabajando allí. ¿Y para qué iba a prepararme para algo de lo que luego no iba a poder trabajar?- pregunta sin esperar una respuesta para después seguir con su discurso- Luego pensé en física. De hecho me llegué a preinscribir, lo que me gustaba era poder trabajar en un laboratorio de física. Pero luego pensé que la mayoría de investigadores terminan yéndose de España por falta de financiación y, aunque me gusta estar solo, no me imagino viviendo lejos de mi madre- confiesa- que a ver, no es que yo sea un niño- se corrige al pensar que quizás Luna lo malinterpreta- simplemente echaría mucho de menos a mi familia, especialmente a mi madre-explica con sinceridad- así que al final opté por ingeniería informática, creo que acerté porque me gusta y no me va mal- dice verbalizando sus pensamientos a la par que encoge ligeramente sus hombros

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now