Capítulo 12

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Ha visto pasar varias horas en el despertador que hay en su mesilla de noche.

Ha hecho lo posible e imposible para que su cuerpo y el de Luna no se rozaran y eso ha provocado que la comodidad que siente cuando está con ella, se haya convertido en una contractura al tratar de mantener una postura imposible.

A pesar de esos esfuerzos, lo que le despierta es el calor y eso que la calefacción se apagó hace horas. Al parpadear es cuando se da cuenta de que hay un peso sobre él.

La mano vendada de Luna está colocada en el medio de su pecho. Descansa tranquila con la nana de los latidos de Martín bajo su oreja.

Su melena desparramada pinta un paisaje que Martín aún tiene dudas de si no pertenece al mundo de los sueños.

Los intentos de ambos por mantenerse en su lado de la cama ha resultado un fracaso al acabar en una especie de abrazo que, por lo menos él, no va a atreverse a romper.

La cama es grande, pero por lo visto prefieren compartir los mismos centímetros cuadrados.

Aún tiene sueño, pero no se atreve a cambiar de postura por miedo a que la extraña cotidianidad de ese abrazo en medio de la noche desaparezca. Además, no quiere que se despierte y que la calma que refleja su rostro vire hacia cualquier otro sentimiento.

Antes de volver a cerrar los ojos, no puede evitar retirar un mechón que atraviesa solitario la cara de Luna. Enseguida hace que se reúna con el resto de su melena y su mano, en el camino de vuelta, deja una suave y tenue caricia sobre su mejilla.

La siguiente vez que abre los ojos es sobresaltado y con el corazón a punto de escapársele del pecho.

El móvil de Luna vibra contra la mesilla haciendo que ella también se haya incorporado con el corazón desbocado por dos motivos. El primero, esa llamada inesperada que ha cortado sin mirar el nombre que ilumina la pantalla . El segundo, que aunque se ha despertado muy rápido, sabe que lo ha hecho apoyada en el pecho de Martín.

-Lo siento, lo siento, lo siento-empieza a balbucear rápido aún a medio despertar- Se me olvidó ponerlo en silencio.

Sus mejillas están más que coloradas por su despiste, pero sobre todo por lo que Martín pueda pensar del hecho de que parece que ha dormido abrazada a él.

-No te preocupes, ya es buena hora para despertarse-trata de aparentar normalidad comprobando que son más de las 11 en su despertador.

Luna comprueba la hora asustada por lo tarde que es y casi no se atreve a leer quién la ha llamado aunque lo sepa de sobra. Estaba tan a gusto que se ha olvidado de todo por completo.

Sus padres salieron a cenar y volvieron tarde, así que se acostaron tratando de no despertarles ni a ella ni a Álvaro. Pero esta mañana, al despertarse y ver que Luna no estaba se han asustado.

-Joder, se me olvidó avisar a mis padres de que dormía aquí-se lamenta saliendo rápido de la cama tratando de localizar su ropa para poder irse a casa cuanto antes.

-Puedes usar la ducha-sugiere Martín al verla dar vueltas aún sentado en la cama.

En realidad no quiere que se vaya aunque supone que si se queda, tienen una conversación pendiente. Una que él no sabe cómo afrontar, tampoco lo que va a decir, sin embargo, casi está deseoso por descubrirlo.

Luna, por su parte, finge que esa es la menor de sus preocupaciones en ese momento. Niega con la cabeza. Lo que le faltaba, bastantes preguntas va a tener que responder en casa como para que sus padres piensen algo que no es. O lo que es peor, que su cabeza se confunda aún más.

El destino no siempre está escrito en las estrellasNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ