Capítulo 34

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Cierra el armario, sale de su habitación, se asoma al salón y vuelve sobre sus pasos para mirarse una vez más en el espejo. Está más nerviosa de lo que esperaba.

¿Y si pasa algo? ¿Y si cancela sus planes?

No, Alba no tolera demasiado bien los cambios y Álvaro al menos parece estar algo más calmado. A pesar de que aún resuenan las palabras de Martín en su cabeza, es imposible que no sienta que si ocurre algo, en cierta parte sea su responsabidad.

El sábado pasó tortuosamente lento, el silencio fue atronador en ese piso. Apenas intercambiaron alguna palabra. A ella no le apetecía demasiado hablar con su hermano, directamente había agotado su paciencia. Y él, debía tener una resaca tan grande, que apenas salió de su habitación en todo el día.

Aunque tiene que admitir que la sorprendió cuando por la noche picó en su puerta para avisarle de que había cocinado un par de pizzas congeladas mientras ella aún hablaba con Martín.

Compartieron mesa y cena, pero no conversación. Simplemente una mirada y sonrisa cómplice cuando al entrar en la cocina Luna comprobó que le había dejado la favorita de ambos para ella, y que no dudó en acabar compartiendo.

Parece que esa cena silenciosa fue su particular pipa de la paz, pues hoy la tensión se ha rebajado notablemente y prueba de ello es que Álvaro no se ha quejado ni siquiera cuando Luna sacó a la hora de la comida el tupper de lentejas que les dejó preparado su padre a pesar de ser una de las legumbres que más detesta el joven.

Su móvil vibra una vez más recibiendo el aviso de Martín que ya sale a por ella.

Luna suspira. Le apetece muchísimo que al fin Martín conozca a su hermana. De hecho, está ansiosa por ver el gesto de Alba y no puede contener una sonrisa al imaginar los malabares que tendrá que hacer el chico para las mil preguntas que seguro tiene preparadas Alba.

Pero un miedo silencioso se ha instalado en su estómago temeroso por lo que sea que le apetezca hacer a Álvaro y sus posibles consecuencias.

- ¿Vas a salir?- le pregunta fingiendo una determinación y seguridad, que desde el viernes por la noche ya no tiene, terminando de ponerse una chaqueta.

Álvaro levanta ligeramente la vista de la pantalla de la televisión donde está jugando una de sus partidas de videojuegos.

- Estaré en casa- se limita a responder.

Luna duda de nuevo. El sol entra por la ventana y es un auténtico pecado quedarse todo el día encerrado en casa.

Además, ellos van a estar con Alba, así que supone que a Martín tampoco le importará demasiado que haya un elemento más en la ecuación.

- Si quieres puedes venirte con nosotros, vamos a merendar con Alba- le ofrece.

A Álvaro se le escapa media sonrisa divertida. Sabe lo que eso significa y, aunque una parte de él se alegra de ver a su hermana tan bien con alguien después de lo de Hugo, cierta vergüenza por enfrentarse a Martín de nuevo tras su conversación, guía su respuesta.

- Sí que vais en serio- bromea porque Martín vaya a conocer ya a Alba- Estoy jugando con unos amigos- improvisa no faltando a la verdad, ya que verdaderamente se encuentra en una partida online- Dale un beso gordo a Albi- pide a su hermana arrancándole una relajada sonrisa.

- De tu parte- promete- No te tires toda la tarde con los videojuegos anda- pide a su hermano cogiendo las llaves.

"Que sí pesada..." es lo último que escucha antes de cerrar la puerta. Y, aunque suene paradójico, el miedo que se había instalado en su estómago desaparece. La extraña tensión que había entre ellos se diluye y es esa paz la que le impulsa a bajar las escaleras de carrerilla.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now