Capítulo 7

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Al final no se atrevió. Desde la conversación con su hermana estuvo pensando en proponerle a Luna que fuera a la fiesta, no sabe si por rebajar la tensión con Lía o si en el fondo había algo más.

Lo cierto es que su hermana ya se ha desenfadado con él. De hecho, esa misma noche se presentó en su casa con cena para ambos y así firmar su particular pipa de la paz. En ella planificaron finalmente su cumpleaños y es por eso él ahora debe ir ya por la tercera o cuarta cerveza y alguna que otra ronda de chupitos.

No puede negar que Lía siempre sabe cómo hacer una buena fiesta. Si no fuera por su vocación desmedida de cuidar y ayudar a la gente, hubiera sido una magnifica organizadora de eventos. Aunque Martín probablemente se arrepienta mañana cuando tenga que limpiar su piso.

Las discotecas no son el sitio que más le gusta. Pero sí son ese mundo paralelo donde siente que puede ser quien quiera sin juicios ajenos, así que sigue a sus amigos hacia el interior del local. Por eso y porque no tiene otra opción, ya que ese es el plan que acordó con su hermana. Además, debe admitir que se lo está pasando bien.

Les cuesta llegar hasta la barra entre el gentío, pero cuando llega allí, sus amigos ya han pedido la primera ronda de chupitos para celebrar sus 26 años.

Aún está en la fase de euforia cuando le parece verla. En realidad no cree que sea ella, pero se lo ha parecido.

- ¿Invitas tú a la siguiente?-le pregunta Lía abrazándose a su cuello para que le oiga, también visiblemente más desinhibida que de normal y eso que no necesita alcohol para serlo.

Martín tarda unos segundos aún en reaccionar a la pregunta de Lía porque el alcohol le tiene enlentecido y aún trata de averiguar si esa melena ondulada pertenece a quien cree.

Asiente levemente acercándose a la barra dispuesto a cumplir su promesa. Intenta bailar, aunque no sea lo suyo y ríe con carcajadas de esas que hacen resonar el pecho.

Lía desaparece en algún momento sin que él se dé cuenta, mientras sus amigos entonan la canción que suena con poco acierto. Solo espera no encontrársela en cualquier esquina enrollándose con algún tonto con mucha suerte, porque sin duda, no es agradable ver a tu hermana pequeña en una situación así, por mucho que haya crecido.

Poco le duran esos temores hacia Lía, ya que está casi 100% seguro de que lo que interrumpe esa ráfaga de pensamientos es una alucinación. O un sueño. Luna sonríe acercándose a él como puede. Sus ojos enmarcados en máscara de pestañas imitan el gesto sincero de sus labios.

- ¡Martín! Nunca te había visto por aquí-dice acercándose a su oído para que pueda oírle.

Luna pensaba que no estaba muy borracha, pero sí debe estarlo cuando su primera reacción al tenerlo cerca es darle un abrazo, no sabe si excediéndose en confianza.

Sin embargo, a Martín el gesto no debe parecerle demasiado extraño, o quizás es que el nivel de alcohol por sus venas es igual o mayor que el de la joven porque responde rodeando su cintura con sus brazos.

Martín siente cómo Luna traga saliva muy cerca de su oído cuando sus manos rozan la piel de su espalda que el top deja desnuda.

- Ni yo, me acordaría-contesta mientras aún están abrazados.

Luna agradece que su propio cuello y la tenue luz del local le haya ocultado a Martín el evidente sonrojo que han provocado sus palabras.

Las risas y bromas de los amigos de Martín resuenan de fondo cuando se separan.

- ¿No nos la presentas, Martín?- logra distinguir entre esas voces.

- Invítale a algo, Martincillo- le incita uno de sus amigos guiñándole un ojo señalando a Luna, algo cohibida entre tanto desconocido.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now