Capítulo 26

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Luna ha llegado pronto al atelier a conciencia. No tiene ni idea de si Martín pasará por allí pero, si lo hace, quiere estar ya escondida en el despacho y evitar cruzarse con él.

Sabe que en algún momento no muy lejano tendrá que verle, pero espera que al menos el paso del tiempo diluya el ridículo que hizo la noche del sábado.

Apenas hay un par de personas allí, así que saluda rápido y se mete en el despacho de Aitana suspirando y apoyando la cabeza en la puerta.

Misión cumplida. De momento.

Cuelga el bolso y la cazadora en el perchero y al girar, le da un vuelco al corazón. Primero, por el susto porque pensaba que estaba sola. Segundo, porque ni de lejos ha cumplido su objetivo de esconderse de Martín.

- Hola-saluda ella recuperándose del susto mientras traga saliva.

- Hola-contesta él con una media sonrisa, para después ponerse algo más serio- No conseguí contactar contigo ayer.

Luna se muerde el labio. En una serie de catastróficas desdichas, su móvil se cayó al entrar en el portal después de huir de la discoteca.

En ese momento, no fue el golpe que más le dolió.

- Se me rompió la pantalla del móvil, me tropecé y...-empieza a justificarse acelerada- Ya sabes, yo siendo yo-se encoge de hombros.

- Pensé que no querías hablar conmigo-confiesa Martín algo dolido-El sábado...

Su corazón late desbocado, su mirada no puede despegarse de sus labios y un impulso algo primario en su interior le empuja a enredarse con su lengua.

Lo ha hecho muchas veces, con un montón de chicas diferentes y es ese pensamiento el que hace que, al percibir ese paso hacia delante de Luna, él lo eche hacia atrás.

Luna no es como las demás. Nunca antes había sentido esos nervios pegados en su estómago ni esa sensación de no querer despegarse de su lado. No quiere que el recuerdo de ese primer beso se marchite entre los otros muchos que ya ha olvidado. Su inicio tiene que ser diferente porque ella lo es.

Apenas tiene tiempo para reaccionar, pues cuando quiere pronunciar su nombre ya ha desaparecido entre la gente.

- ¡¿Pero estás tonto!?- da un golpe en su hombro su amigo Javier- ¿La tenías a punto de caramelo y le haces la cobra?- pregunta incrédulo.

- ¿Con esa no estuvo otro día?- pregunta interrumpiendo Pablo.

Martín aparta con rabia la mano de su amigo intentando distinguir la melena de Luna entre la gente, pero ya es tarde. Ella se ha ido y él la ha vuelto a cagar.

- Estaba muy buena, tío, no te entiendo- se queja Pablo mientras Javier se contiene las ganas de devolverle el empujón.

- ¿¡Me dejáis en paz?!- reacciona con una rabia impropia de él saliendo de allí, intentando en vano seguir los pasos en los que Luna ha desaparecido.

Se siente frustrado y estúpido. ¿Cómo se le puede dar tan mal? ¿Por qué lo que para todos es fácil a él le resulta tan difícil? ¿Por qué nunca se ha saboteado y ahora que de verdad le importa parece hacer todo al revés a cómo se espera de él?

- Lo siento muchísimo- le devuelve al presente la voz de Luna hablando muy rápido y acercándose más a él- Estaba borracha y lo malinterpreté todo, siento si te hizo sentir incómodo. No suelo ser así- se excusa

- Luna- pronuncia provocando que la chica se calle y baje la mirada al suelo-Déjame hablar. Yo también quería-confiesa casi en un susurro.

Son las tres últimas palabras, las que hacen que Luna alce la cabeza sorprendida porque quizá sea muy pronto y no ha entendido bien lo que Martín quiere decir.

El destino no siempre está escrito en las estrellasOnde histórias criam vida. Descubra agora