Capítulo 42

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Ha sido una de las primeras en llegar al atelier. Últimamente no duerme demasiado bien y está preparada muy pronto por la mañana. Además, lleva nerviosa toda la semana desde que reincorporó de nuevo al atelier después de los exámenes.

Ha intentado calmar sus nervios poniendo esmero en prepararse y ha tenido que esperar tomando un café en un bar cercano porque era demasiado pronto.

A la calma de la primera hora de la mañana, le ha seguido un ritmo frenético de ir y venir. Y sin embargo, eso le ha hecho recordar por qué es tan feliz allí.

Aitana se ha asegurado de que pase toda la mañana en patronaje a pesar de lo próxima que está la presentación de la nueva temporada, puesto que hace tan solo unos días, parecía tan interesada en aprender y cree que junto a una de sus mejores trabajadoras es donde más va a aprovechar Luna el día.

Mientras la patronista le señala algunos errores que ha cometido al escalar un patrón, Luna no puede evitar levantar la mirada al ver pasar a Martín a través de la puerta abierta. Durante una milésima de segundo se plantea llamar su atención para saludarle, pero desecha la idea enseguida.

Aquel desliz es algo que no se han atrevido a hablar más allá del día después. Y, aunque han intercambiados algunos mensajes impersonales estos días, no quiere decir que lo que está roto se haya arreglado. De hecho, ella mejor que nadie sabe que no conviene arreglarlo, al menos, ella aún no está preparada para tenerlo cerca.

Martín duda, la mira de reojo, pero se obliga a respetar los deseos de la chica y continúa su camino fingiendo que Luna solo es una empleada más mientras ella hace creer a su mente que ni siquiera le ha visto. Además, más le vale centrarse en lo que le están explicando.

Aunque le está costando seguir el ritmo, al menos sabe que decirle a Aitana que no se va a Barcelona sí ha sido una buena decisión. Al final Martín tenía razón, no podía desaprovechar la oportunidad que Aitana le estaba ofreciendo y al menos ese viaje del chico a Gante, le dará un margen de tiempo para digerir que no están juntos. O al menos espera que ese tiempo separados le ayude.

Es inevitable que haya un periodo en el que todo cueste después de una ruptura, lo sabe por experiencia. También sabe por experiencia, que sumergirse entre patrones y tejidos levanta su ánimo.

Aún le cuesta tragar saliva cuando piensa que puede encontrarse a Martín, pero parece que el chico no se lo está queriendo poner complicado tras esa noche y, desde que ha retomado el trabajo en el atelier, el día se le hace menos cuesta arriba. Hasta sus padres han notado el cambio.

Además, ha firmado un contrato por seis meses prorrogables y tendrá que acostumbrarse a la presencia de Martín. A fin de cuentas, él estaba allí antes que ella. Incluso fantasea con que, algún día, no tenga que abrir con mano temblorosa el despacho por miedo a molestarle.

Martín tampoco está del todo cómodo por el atelier. No es fácil encontrarse con la imagen de Luna a la que aún tiene tentación de abrazar por la espalda sin que se dé cuenta. Por eso, lleva unos días que solo va a las instalaciones de su madre para lo estrictamente necesario.

Justo como hoy, que ha ido a recoger unos documentos que piensa llevarse a casa para terminar de trabajar allí. Ni siquiera sabe si ha hecho bien pasando de largo o si de lo contrario, solo le ha dado una razón más para no querer saber nada más de él.

Sin embargo, desde que la ha visto, una idea lleva martilleando su cerebro.

Cuando Lía llega a casa después de una mañana de trabajo en urgencias larga y complicada, encuentra a Martín tirado en el suelo del salón. Tiene que admitir que al escuchar ruido, se ha asustado porque pensaba que estaba sola, pero la imagen que encuentra hace que se le curve levemente la sonrisa y se le olvide el cansancio..

El destino no siempre está escrito en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora