Capítulo 15

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Apenas hace un par de horas que Luna se ha ido, entre bromas, alegando que no quería volver a asustar a sus padres que seguro que la esperaban para cenar.

Esas mismas horas, son las que irónicamente le ha llevado a Martín volver a dejar su piso impoluto tras el terremoto que suponen sus sobrinos y sus manos pegajosas que dejan marcas en todos y cada uno de los muebles que llegan a su altura.

A punto está de decidir si aventurarse a iniciar una incursión en la cocina o pedir algo a domicilio, cuando suena el timbre. Suspira. Seguro que es Lía, ahora sí, deseosa de hacerle un interrogatorio.

Para su sorpresa, es la voz de Luna la que se escucha al otro lado del telefonillo. Parece que está llorando y con la voz temblorosa le pregunta si puede subir.

No es capaz de esperar pacientemente y, cuando Luna sale del ascensor temblando y sollozando de manera angustiosa, Martín ya está bajo el marco de la puerta.

- Siento molestarte- balbucea entre lágrimas sin saber muy bien por qué sus pasos la han llevado hasta allí.

- No molestas-niega Martín invitándole a pasar. Acaricia sus brazos mirándola con preocupación- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?- se interesa para ver si así puede ayudarla de verdad.

No sabe qué hacer ni qué decir, pero verla así le rompe el alma. Un nuevo sollozo atraviesa el pecho tembloroso de Luna que siente que le falta el aire y es incapaz de hablar.

Martín le coge el abrigo que le ayuda a quitarse y la mira de frente. No puede evitar alzar las manos para limpiarle las mejillas empapadas.

Luna en un impulso se abraza con fuerza a su cintura escondiéndose en su pecho como si así pudiera darle la espalda a la realidad, como si así, desapareciera todo de lo que huye.

- Mis padres lo saben- tartamudea negando con la cabeza- Mis padres...la he cagado tanto. No me lo van a perdonar nunca- dice encadenando ideas que Martín es incapaz de seguir.

- No sé de qué estás hablando- murmura Martín acariciándole la espalda para que se tranquilice- Pero seguro que no es para tanto- intenta rebajar su tensión.

En el poco tiempo que se conocen, Martín ya ha descubierto bastantes cosas sobre Luna. Es despistada y caótica, pero también responsable y exigente. Pero, sobre todo, adora a su familia y no sabe qué es ese algo tan horrible que ha podido hacer para que sus padres no la perdonen. Al fin y al cabo ve imposible que sea lo que sea lo que haya hecho, haya sido con mala intención.

- De Hugo, del chico con el que estaba- confiesa sin saber muy bien por qué, sin saber por qué es él al primero al que se lo dice en voz alta.

Martín siente como si de repente se acabara de meter en una ducha de agua helada. No sabe lo que siente por Luna, pero sabe que esos nervios en la tripa no aparecen con el resto de sus amigas y tampoco esa manera de sonreír estúpida que no puede controlar.

Sabe que Luna es especial para él, aunque esté intentando averiguar qué es eso que le pasa cuando la tiene cerca. Pero saber que hay un chico en su vida, no era algo que hubiera visto venir.

Aun así, no ceja en su empeño. No pregunta nada más y deja un tiempo para que ambos ordenen sus cabezas y se tranquilicen entre caricias.

Cuando consigue que Luna se tranquilice, o al menos que sus lágrimas cesen un poco, le prepara una tila para que entre en calor y se relaje.

Luna tiene la vista perdida en el suelo y la cabeza apoyada en sus piernas sobre el sofá. Agradece con una sonrisa sin fuerza la bebida y Martín se sienta a su lado.

El destino no siempre está escrito en las estrellasWhere stories live. Discover now