Capítulo 43 ✓

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DESCONOCIDO

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DESCONOCIDO

—¿Estas demente? —pregunté en un murmullo, levantándome con rapidez—¿Por qué me llamas a estas horas? Acordamos que el horario sería a partir de las 2.

Salí con disimulo hacia el garaje, miré para ambos lados para estar seguro de que nadie estuviera ahí.

—¿Quién es, tu novia? —me sobresalté al escuchar su voz.

Tenía que pensar rápido.

—Así es, quiere cortarme las bolas por no haberla llamado durante todo este tiempo. —me excuse, rogándole a Dios de que mi hermano no hiciera nada imprudente desde el otro lado.

Él se echó a reír, —Al menos tienes manera de inventar una mentira, bro. Mi chica está aquí conmigo y no puedo excusarme con algo sencillo por desaparecerme unas cuantas horas. —negó con la cabeza— Bien, te dejaré tener sexo telefónico en paz.

Y así como llegó, se fue silbando, dejando una sensación terrorífica en ambiente.

Suspiré pesadamente, necesitaba que esto ya terminara.

—¿Una novia, fue lo primero que se te ocurrió? —la voz burlona me sacó de mis casillas.

—Lo dijo el, imbécil. Ahora dime que rayos es tan importante para que rompas una de las reglas. —acaricié mi frente, con los ojos cerrados.

—Oh, cierto. —se escuchó interferencia—El golpe lo darán hoy, a más tardar después del almuerzo, 5:20 o 5:30.

—Son unos desquiciados, ¿Entonces lo de Sinaloa fue...?

—Así es—terminó por mi lo que estaba pensando—, simple distracción para desestabilizarlos. —dijo—Sabes que cuando se enfrascan en algo, la capacidad para crear desastres es ilimitada.

Hice silencio unos minutos.—No puedo, hermano. No puedo ser tan imbécil para quedarme de espectador simplemente, necesito avisarles.

—No jodas, no puedes interferir. —su voz cambió totalmente, se había molestado—Sabes cuál es tu trabajo, prometiste no mostrar empatía con ellos.

—No tenía en cuenta que convivir con ellos resultaría ser tan... agradable y tolerable. —confesé, dejando a un lado mi actitud seca—Además, está la chica.

—¡Por esa misma razón! Debemos dejar que todas las piezas encajen en el momento exacto, para después proceder.

Apreté mis manos en la baranda que protegía el aparcamiento del camino, me incliné y respiré hondo. Sabía que esto iba a pasar, por eso acepté el trabajo, porque estaba seguro que no iba a entrometerme más de lo profesional con esto.

Pero no tenía en cuenta que iba a tratar con criminales que, para ser sinceros, no eran tan desquiciados. Y sobre todo, con una chica que no sabe ni la cuarta parte de lo que le espera, una chica que no es mala.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now