Capítulo 1

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C A M E R O N

México, Baja California, Tijuana.

Estacioné la moto en una esquina antes del apartamento donde me estaba quedando, si volvía a escuchar a ese viejo desgastado quejándose por el olor a nicotina le iba a volar la cabeza.

Saqué mi caja de cigarrillos para encender uno. Marlboro, una de mis marcas favoritas, aspirando el humo y reteniendo este, sentí como me dañaba los pulmones y como mi garganta se quemaba al mantener el humo. No tengo idea de qué edad tenía cuando comencé a fumar, pero es lo único que me calma cuando estoy ansioso.

Y en ese momento necesitaba más que una caja de cigarrillos para tranquilizarme.

Miré a los lados, todo estaba bajo control. El robo a las afueras de México no había llamado la atención hasta esos momentos, todavía tenía tiempo de quedarme antes que me llamaran para otro trabajo. Visualicé a lo lejos un local con luces llamativas y sonreí, tiré el cigarro y pise la colilla. Un buen rato en un bar me iría bien.

Dejé mi preciosa en la acera frente al local ya que no había lugar, y entré. Enseguida sentí las miradas de enojo y temor encima de mí, como si de cuchillos se estuviera hablando. No era necesario tratar de esconderme en México, tenía una fama que era inevitable pasar por debajo y contando con mi físico, ya me había cansado de esconderme en algunas partes en particular.

Mantuve mi vista al frente y me senté en la barra, observando a la hermosa chica que tenía frente a mí.

—Me das un trago seco, preciosa. —la chica rodó los ojos sin darse cuenta quien le estaba hablando. Al mirar hacia mí, abrió sus ojos levemente y secó sus manos del delantal con nerviosismo.

—Cameron—canturreo sonriente—, no sabía que seguías en el país. Después del último suceso te estaban buscando. —dijo. Extendió el trago que pedí por la barra y levemente tocó mi mano. Alcé una ceja.

—Me agrada México, he pensado quedarme unos cuantos días más.—comenté ignorando lo del supuesto suceso, no quería dar más detalles de los que ya se sabían. Detallé los atributos de la morena y sonreí mentalmente. Nada mal, las latinas y sus malditas curvas.

—Bueno, tengo una habitación desocupada en mi departamento por si te interesa...—su mirada se dirigió a mis labios y se inclinó hacia mí para tener una mejor vista de la abertura de su camisa. Sonreí victorioso al saber que no tenía que hacer mucho para tener siempre a la mujer que quería.

—¿Tienes cerveza?

—Toda la que quieras. —canturreo nuevamente coqueta—Saldré dentro de un rato, se que no te gusta esperar pero, tendrás cerveza extra. —dijo con sensualidad.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora