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Dio un sorbo a su cerveza, mientras desviaba la mirada

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Dio un sorbo a su cerveza, mientras desviaba la mirada. Habían pasado varios minutos desde que aceptaron hablar sobre algunas otras cosas de su pasado, pero el pequeño se había quedado mirando hacia el vacío.

—No te preocupes, niño. Tenemos todo el tiempo del mundo. —articuló con sarcasmo Cameron— ¿Quieres preparar una fogata y hacer bocadillos? —encarnó una ceja.

—Cállate, hombre. —exclamó Emerik mirándolo con enojo, el rubio alzó las manos sonriéndole con chocancia.

Negué con la cabeza, a veces olvidaba lo sarcástico que podía ser Cameron.

—Cuando mis padres se suicidaron, Chelsea tuvo que salir a trabajar mientras que yo me quedaba solo en casa. —tragó saliva, desviando la mirada—Era un chico inmaduro y egoísta, por lo que solo pensaba en mi dolor y nunca en lo que estaba pasando ella. Así que, decidí juntarme con las personas equivocadas a los catorce años, y a los dieciséis casi muero de una sobredosis. —al terminar su corto relato, lanzó un suspiro y le dio un sorbo a su cerveza.

Estaba sorprendida por lo que había escuchado. ¿Cómo era posible? Mairus siempre estaba con una sonrisa, a pesar de la vida delictiva que llevaba como algo cotidiano, nunca lo había visto deprimido o expresando el odio que debía de tenerle al mundo.

—Mi hermana fue violada por cinco hombres cuando solo tenía trece años. —la voz áspera de Emerik al decir eso me puso la piel de gallina, los muchachos que estaban bebiendo se ahogaron con el líquido, mientras que mis ojos se cristalizaron.

—Bro, lo siento mucho... —le dio unas palmadas en el hombro el moreno, su mirada había cambiado radicalmente a una de dolor.

Ninguno esperaba eso, claro está.

Él lanzó una risita al aire, recargó sus codos en las rodillas—. Estoy bien, amigos. —jugó con el borde de la lata—Encontré a cada uno de esos malnacidos, y los torturé como nadie nunca ha torturado a nadie, antes de matarlos. —sonrió, luego abruptamente lágrimas empezaron a caer por sus mejillas—Las personas creen que todos somos iguales solo por escogido esta vida, pero a veces los peores monstruos son los que se esconden en traje y corbata, con una sonrisa amigable y un estatus social equilibrado. —limpió sus lágrimas, mientras negaba con la cabeza.

—Hiciste lo que creías correcto, castaño. —lo animé, después de unos minutos en silencio.

—Yo hubiera hecho lo mismo. —comentó Mairus, lo abrazó por los hombros.

—No. —volvió a negar, mirándome—Hice lo que estoy acostumbrado a hacer, matar. Nunca he justificado mis actos, tampoco mis errores. Pero después de ver lo que sucedió con Madison, y que las leyes no hicieran algo al respecto solo porque los desgraciados eran personas adineradas, decidí tomar la justicia por mis manos, sin importarme las consecuencias.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now