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L O R E N Z O

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L O R E N Z O

—Tienes que comer, Lorenzo.

Parpadeé, dándome cuenta que había estado jugando con el tenedor desde hace minutos atrás, sumergido en mis pensamientos. Alcé la mirada, detallando el rostro preocupado de la pecosa que se la pasaba recalcando el hecho de que tenía que comer mejor y descansar. Inesperadamente me sentí mal cuando al verla, el rostro de la pelirroja apareció con la misma expresión preocupada.

Borré esa ilusión momentánea de mi mente, Chelsea tenía razón, necesitaba descansar aunque sea un poco.

Se sentía una pesadez dolorosa en el ambiente desde que la pelirroja fue secuestrada, y el silencio junto con la angustia de los chicos era para mí, especialmente para mí, una total tortura.

Un golpe en seco nos sobresaltó, volteamos alertados hacia la derecha pero nos relajamos —en parte— ya que solo se trataba de Cameron destruyendo a golpes un viejo saco de boxeo.

Hice una mueca, las palabras de hace rato retumbaron en mi mente por tercera vez en el día.

"Debí quedarme, joder, debí mantenerla a salvo y no seguirte a esa estúpida ubicación."

No quería creer que había dicho tal cosa porque sentía más de lo normal por Abril, me negaba a ese hecho.

Él no podía sentir nada.

—¿Cuánto crees que le duela? —preguntó Chelsea de repente.

Alcé una ceja—. ¿El qué?

—Tenerla lejos. —dijo, volteé a mirarla—Se ve que siente algo muy fuerte por ella.

—Eso es lo que nos hace creer a todos. —negué con la cabeza, le di una mirada fugaz al rubio, volví a concentrar mi vista en ella— él no es el tipo de persona que puede sentir empatía por otra que no sea el mismo.

A pesar de que arreglamos nuestras "diferencias", en realidad no arreglamos nada, todo fue por Abril. Todo fue para mantener una relación menos incómoda entre el grupo, y aunque al principio no quería acceder a esa opción, no me gustaban los ambientes tensos y hostiles.

—Lo dices con mucha seguridad. —ella se sentó a mi lado, la detallé unos segundos sin hacerla sentir nerviosa. En realidad era una chica muy linda, no tanto como Abril, pero tenía una inocencia algo...exótica.

Su rostro se iluminaba por el brillo auténtico de sus ojos color avellana, algo que me resultaba bastante enigmático. Sus pequeñas pecas esparcidas por sus pómulos le imponían inocencia. Pero había algo más... había algo que me provocaba curiosidad en ella.

—¿Ustedes se conocen desde hace tiempo? —preguntó interesada.

Esa pregunta no me la esperaba, la verdad que no. Me quedé observándola, aunque mi mente había viajado muchos años atrás, observé un peculiar sonrojo en las mejillas adornadas por sus pecas. Mordí mi labio inferior, pensando en la respuesta adecuada.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now