Capítulo 28 ✓

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Hospital San Várguez de Sinaloa, México

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Hospital San Várguez de Sinaloa, México.

—¿Qué necesito hacer... —comenzó a decir con su voz áspera, caminando de un lado a otro frente al chico—para que me traigas la información que merezco? —preguntó exasperado, tomando el cuello del chico entre sus manos.

El ambiente estaba más hostil de lo habitual en dicha propiedad, el chico solo rezaba para que ese no fuera su último día de vida.

—Señor... —respondió como pudo ante el fuerte agarre que le propinó su jefe. Ethan lo soltó con brusquedad, no sin antes empujarlo hacia la pared—. Hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance, pero no quiere soltar nada, y por mi experiencia —se acercó hacia él un poco inseguro—, no dirá nada hasta que le demos un incentivo.

El hombre canoso, mientras se miraba al espejo que decoraba su muy lujosa oficina, trataba de calmar sus ganas tan malvadas de matar a uno y a cada uno de sus trabajadores, porque para su pensar, no hacían nada bien.

Tomó un tabaco de su escritorio y lo encendió, fumar hacía que despejara su mente, o eso era lo que él creía.

—¿Qué les cuesta traer a la cría? ¡Maldición! —golpeó su escritorio con la mano abierta, sobresaltando a su segundo al mando—¿¡Cuantos imbéciles tengo trabajando para mi, que no pueden ir a secuestrar a una perra de dieciocho malditos años!?—tiró todo lo que se encontraba en la mesa de madera al piso, obteniendo como respuesta una mirada de terror por su acompañante —Es una tarea sencilla, simple, patética más bien.—se reincorporó, sonriendo con tranquilidad.

El chico tragó saliva.

—Tiene las veinticuatro horas del día a Cameron Twist cerca de ella, más un grupo de chicos desconocidos en el territorio nacional. —aclaró los puntos que necesitaba soltar—No podemos actuar por impulso, Jefe. A mi parecer, debemos ser muy inteligentes. —dijo, se acercó hacía el—Si, el tiempo corre, pero no precisamente para usted.

Hicieron silencio por unos minutos, aunque no lo iba a admitir en voz alta, el chico tenía razón. No debería preocuparse por el tiempo, ya que el tiempo era un regalo para su vida.

—¿Qué sabemos de Campo Muerto?—preguntó mientras le daba una calada a su tabaco.

—Está en mal estado, pero sobrevivirá. Espera instrucciones para hacer el golpe. —sonrió con suficiencia al darse cuenta que su idea estaba dando frutos—. También, recibimos la noticia de que el pago está listo, se hará efectivo en pocos días.

—Perfecto... —aspiró un poco más del tabaco, luego volteó su mirada nuevamente y aplanó sus labios—Borra esa sonrisa, mijo.—se acercó demasiado hacía el castaño, matándolo con la mirada—Estoy perdiendo mi valioso tiempo confiando en tus ideas locas de niño travieso. Sale algo mal—agarró su rostro entre su mano y lo apretó, tomando el control nuevamente en el asunto—, y ni siquiera el mejor cirujano plástico podrá reconstruir tu inútil rostro, porque quedará como mierda en la suela de un zapato.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now