Capítulo 37 ✓

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C A M E R O N

Pisé el acelerador lo más rápido que pude, moví la palanca haciendo el cambio de manera brusca, sin apartar mi vista del frente.

Podrían pasar miles de años, y aun así la mejor manera de despejarme mentalmente de mi realidad era tras el volante. Todavía recuerdo la sensación de satisfacción al poner mis manos encima de este la primera vez que me subí a un auto, al estar sentado en el asiento del conductor, mirando hacia el frente.

Solo éramos la carretera, el auto y yo.

No había problemas, ni situaciones desagradables, tenía total control de mi vida en ese lapso de tiempo.

Y seguía siendo de esa manera. Sin embargo, esta vez sobrepasaba todas las veces que encendí el motor y corrí lejos para despegarme de la realidad, porque algo nuevo estaba apoderándose de mi.

Mi corazón estaba que salía de sus cabales, mis manos estaban frías y no paraba de pensar en ella.

Besándose con Lorenzo.

Con el jodido Lorenzo que parece un grano en el culo.

No sé en qué momento comencé a detestarlo, si soy sincero al hacer mi trabajo esa tarde ni sabía de su existencia —tampoco era que me interesaban las personas a mi alrededor—, pero me va a creer cuando pregunte en las calles porque no es buena idea tenerme como enemigo.

Frené repentinamente al saber que me encontraba lejos de todo, un sitio muerto de la ciudad. Bajé sintiendo como la ira y el enojo salían de mis poros, azoté la puerta de mi auto detrás de mí y caminé hasta estar en frente de un árbol.

Miré mis manos, aun me dolía una de ellas por haber reventado la taza gracias al enojo. Sabía que me estaba comportando como un jodido inmaduro que dejaba que las emociones y los celos le ganara, contando el hecho de que no tenemos nada, pero, ¡diablos! Es difícil ver a la chica que te gusta besarse con otro.

Porque si, ya no valía nada engañarme a mí mismo cuando todos sabían lo que sentía por ella.

Abril me gusta, de una manera profunda, irreal, y me siento tan imponente ante estos sentimientos porque no debió suceder así. No debí tener sentimientos por ella.

No sé en qué momento comencé a golpear el tronco de dicho árbol, mis puños tenían su propio control y mientras golpeaba esa rugosa madera, pensé en todo lo que tenía acumulado, en todas las personas que jodieron mi vida.

Mi padre.

Mi madre.

Los idiotas de la Correccional.

Dominic.

John.

Ella.

Si ella no hubiera hecho tan difícil el mantenerse lejos, yo no estuviera sintiendo lo que siento ahorita, no estuviera completamente vulnerable ante ella.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now